viernes, 30 de abril de 2010

SUSPIROS (2)

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Era el año de 1491 y el rey Fernando estaba decidido a conquistar Granada una vez que Baza, Guadix y prácticamente toda la vega estaban en manos cristianas.


"¡ Majestad ¡ si el Valle de Lecrín y Las Alpujarras no son nuestras, nuestra no será Granada, pues siempre tendrán los granadinos alimento y moros de socorro además fue por perderse El Padul que se perdieran Las Alpujarras, ganemos pues El Padul... que se ganaran Las Alpujarras"



El marqués de Cádiz hablaba con vehemencia mientras el de Villena ya estaba listo con todo lo necesario para conquistar El Padul pues en 1489 el Rey de Granada en un último intento les había dado una lección a los castellanos a la vez que se aseguraba el camino del Valle de Lecrín. A partir de ahora El Padul sería castellano y hacia allí partió con la idea de saquear y talar todo el Valle con el fin de evitar los aprovisionamientos de Granada. Tres mil a caballo y el doble o más a pie componen la fuerza de ataque.

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No eran muchos los paduleños para defenderlo ni tan grande la fortaleza, pasando el marqués como una apisonadora hasta Acequias volviendo luego al Padul donde el Rey Fernando le guardaba las espaldas. Se intentó entrar en Las Alpujarras pero el desconocimiento del terreno, el barranco de Tablate y la determinación de los moros granadinos con Zahir Ben Atar al mando de una caballeria ligera en el peso y rápida de movimientos, no dejaba de hostigar a los castellanos con pequños ataques y retiradas.


Bajaron muchos de los montes de Lanjarón a defender el barranco y les hicieron desistir regresando al Padul para marchar después a su Real en la vega de Granada. En la antigua carretera de Motril, el puente nazarí hoy restaurado, nos da una idea idea de lo quebrado e inhóspito del terreno donde los granadinos se aferran a un futuro a punto de terminar. El labrado de la silla del coro en la catedral de Toledo habla de la importancia estrátégica del Padul en aquel momento por su localización a la entrada del Valle como luego ocurrirá en la sublevación de los moriscos.

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Comienza a partir de ahora una nueva historia, contada por otros, con nuevos paduleños, con orgullo y tristeza de unos y satisfacción en los otros, aunque claro... esto también será motivo de muchas historias.

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viernes, 16 de abril de 2010

TRANVIA


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Hoy que se habla tanto, tantas veces y las padecemos, de las obras del metro en Granada, no podemos menos que acordarnos de aquel tranvía de lento caminar sobre raíles de pelicula del oeste que unía a nuestro pueblo con los vecinos de Otura, Alhendín, Armilla y al Sur con Dúrcal.

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Aquello que en otra época denostábamos, hoy casi lo echamos de menos ya que los asientos de madera se podian haber cambiado por unos de "skay", o de piel de cualquier bicho a ser posible raro y si somos más sibaritas unos "recaro", las paradas en el andén de cigarro de liar y saludos vecinales por una simple voz enlatada en cualquier mp3 ...ding dong... "estación de Padul" ding... dong.




El revisor de gorra grande, amplia, traje azul impecable, bastón rojo, cartera de cuero a la cintura y voz de general en batalla por ésta máquina que nos dice..." introduzca su ticket por favor", "gracias por viajar con nosotros".




Las estaciones a pié de calle o de camino, por túneles infinitos para cruzar de un lado a otro y sea necesario un mapa de situación, señales con luces despampanantes, no sea que perdamos el Norte y acabemos en cualquier rincón intentando descifrar el porqué de andar tanto para subir a un vagón.




Ha pasado ya un tiempo que mirábamos abajo por el "puente lata" el río Dúrcal o nos apeábamos en el Aguadero, no obstante el recuerdo que hoy de ti nos queda se nos antoja bueno, muy bueno, y es que todo lo actual aunque sea tan perfecto, tan útil y tan nuevo, puede que en algún momento tenga que aprender algo de lo anterior sobre todo cuando éste, un viento abrasador de hombres, cosas y modernidad todo lo arrasó llenando de asfalto las antiguas vías y cercando de nostalgia con macetas, adoquines y farolas, las estaciones.

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Puestos a imaginar, imaginemos, pero puestos a soñar, soñemos que el tranvía pasa de nuevo por la Fuente de la Salud o "la alberca Alancón".

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martes, 13 de abril de 2010

SUSPIROS (1)


Aixa la Horra le espetó casi con crueldad mientras Abu Abd Allah Muhammad volvía la vista a Granada: "llora como mujer...".
El destronado rey tragó saliva y miró a Morayma, la fiel esposa hija de Aliatar señor de Loja, que junto a su hijo observaban la escena, ellos a un lado y a otro los jóvenes guerreros que lanzan gritos de venganza, mientras los nobles callan y caen con sus ojos al suelo. El paso de la comitiva por El Padul, camino de Mondújar, es triste, muy triste, pues acaban de perder todo lo que más quieren, familia, casa, amigos, negocios, tierras y ...Granada que en los más profundo de su ser saben que se ha escapado para siempre no teniendo del todo claro el haber hecho todo lo posible por mantenerla.



Alfaquíes y ulemas, entre rezos, proclamas y arengas a los soldados, intentan insuflar ánimos y fervor patriótico a la vez que cargan el ambiente con una pesadez de ahogo ante la ya irremediable situación de ver ondear el pendón de Castilla en lo más alto de sus palacios, en la Alcazaba Cadima, en la puerta de Elvira, en la de Bib Rambla mientras ellos han salido como enemigos de su propia casa y es que la desnudez del paisaje ante sus ojos todo lo agranda.

Aben Comixa, el visir, apremia a mayordomos y sirvientes para que arreen las bestias y alijeren las carretas, cuanto antes dejen de ver Granada antes puede que comienze a cerrar la herida de su gran pérdida.


El día es frío y la pena hace que los corazones se hielen en el camino a la Alpujarra mientras el agua de la fuente alivia las gargantas resecas de hombres y recuas, hay que llegar a Mondújar y enterrar allí a los reyes que estaban en la Rauda de la Alhambra y que ahora también trasladan..

Morayma miró de nuevo a su marido y a su hijo, ahora algo más tranquilos, hacia la vega del Padul, verde marrón y agua, donde una espesa neblina cubre su parte más baja, allá precisamente por donde ellos ahora iban a caminar.


El día era frío, muy frío y la comitiva triste, muy triste.

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jueves, 8 de abril de 2010

DESPERTAR


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Son las ocho de la mañana y el sol ha comenzado a iluminar, parpadeando sobre la nieve, el cerro de Los Molinos que frente al Manar se despereza intentando abrir los ojos sobre la niebla que desde la Fuente de La Salud al puente de Cozvíjar cubre con su manto blanco toda La Laguna. Es un manto bajo, que a los pies del Padul, como rindiéndole pleitesía, se inclina no queriendo ocultarlo a nuestra vista con la que recorremos desde El Olivarillo, las canteras de la Cuesta de la Casilla, El Aguadero y Marchena hasta topar con el imponente Caballo, blanco de nieve, coronado de amarillo en ésta hora temprana. La taza de café que todavía humea, el periódico recién comprado y una tostada de pan con aceite son mis mejores amigos en ésta mañana donde la neblina ya comienza a disiparse y va dejando ver los carrizales del Ojo Oscuro, los campos verdes de la Vega hasta el negro de las turberas. Hace fresco de rebeca abierta y manga larga, los silbidos de los pájaros se oyen alrededor y de fondo algún "rotobato" ara con paciencia cualquier finca de Las Viñas.
Entre la taza y la tostada termino de hojear el diario dando tiempo al tiempo antes de comenzar las primeras faenas del día que ya radiante se va imponiendo paso a paso y la actividad comienza a despertar en el pueblo atiborrándose de coches y motos con el ir y venir de los trabajos. Intento dar otro sorbo al café pero ya hace rato que se ha terminado.
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miércoles, 7 de abril de 2010

¡¡ QUE BUEN LUGAR ¡¡

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Desde siempre hemos deseado ver lugares bonitos, parajes tranquilos, grandes montañas cubiertas de nieve, valles donde las fuentes inunden sus laderas, caminos aún de tierra por donde andar al caer de cualquier tarde, gente que nos hable de sus recuerdos, de esa vida cercana en el pasado, que aunque no mejor, intensa e imborrable.
Estamos en El Padul, donde lo lejano es cerca y lo próximo cotidiano, donde los amaneceres de sol blancos inundan la vega y su laguna, allá donde los secanos florecen cada primavera a la luz de los almendros, donde el aroma del maíz recién cortado todo lo impregna en los paseos de otoño.
En la cruz de la Atalaya, en la Silleta, en la Ventana, todo lo divisas, a un lado Granada, a otro el Valle, Dúrcal nuestros vecinos, Nigüelas, Cozvijar... y Padul, alrededor de tu Casa Grande testigo de otros tiempos, bordeando La Laguna y mirándola de frente en la confianza que da la historia cuando la historia se escribe cada día.
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