Aixa la Horra le espetó casi con crueldad mientras Abu Abd Allah Muhammad volvía la vista a Granada: "llora como mujer...".
El destronado rey tragó saliva y miró a Morayma, la fiel esposa hija de Aliatar señor de Loja, que junto a su hijo observaban la escena, ellos a un lado y a otro los jóvenes guerreros que lanzan gritos de venganza, mientras los nobles callan y caen con sus ojos al suelo. El paso de la comitiva por El Padul, camino de Mondújar, es triste, muy triste, pues acaban de perder todo lo que más quieren, familia, casa, amigos, negocios, tierras y ...Granada que en los más profundo de su ser saben que se ha escapado para siempre no teniendo del todo claro el haber hecho todo lo posible por mantenerla.
El destronado rey tragó saliva y miró a Morayma, la fiel esposa hija de Aliatar señor de Loja, que junto a su hijo observaban la escena, ellos a un lado y a otro los jóvenes guerreros que lanzan gritos de venganza, mientras los nobles callan y caen con sus ojos al suelo. El paso de la comitiva por El Padul, camino de Mondújar, es triste, muy triste, pues acaban de perder todo lo que más quieren, familia, casa, amigos, negocios, tierras y ...Granada que en los más profundo de su ser saben que se ha escapado para siempre no teniendo del todo claro el haber hecho todo lo posible por mantenerla.
Alfaquíes y ulemas, entre rezos, proclamas y arengas a los soldados, intentan insuflar ánimos y fervor patriótico a la vez que cargan el ambiente con una pesadez de ahogo ante la ya irremediable situación de ver ondear el pendón de Castilla en lo más alto de sus palacios, en la Alcazaba Cadima, en la puerta de Elvira, en la de Bib Rambla mientras ellos han salido como enemigos de su propia casa y es que la desnudez del paisaje ante sus ojos todo lo agranda.
Aben Comixa, el visir, apremia a mayordomos y sirvientes para que arreen las bestias y alijeren las carretas, cuanto antes dejen de ver Granada antes puede que comienze a cerrar la herida de su gran pérdida.
El día es frío y la pena hace que los corazones se hielen en el camino a la Alpujarra mientras el agua de la fuente alivia las gargantas resecas de hombres y recuas, hay que llegar a Mondújar y enterrar allí a los reyes que estaban en la Rauda de la Alhambra y que ahora también trasladan..
Morayma miró de nuevo a su marido y a su hijo, ahora algo más tranquilos, hacia la vega del Padul, verde marrón y agua, donde una espesa neblina cubre su parte más baja, allá precisamente por donde ellos ahora iban a caminar.
El día era frío, muy frío y la comitiva triste, muy triste.
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