viernes, 16 de abril de 2010

TRANVIA


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Hoy que se habla tanto, tantas veces y las padecemos, de las obras del metro en Granada, no podemos menos que acordarnos de aquel tranvía de lento caminar sobre raíles de pelicula del oeste que unía a nuestro pueblo con los vecinos de Otura, Alhendín, Armilla y al Sur con Dúrcal.

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Aquello que en otra época denostábamos, hoy casi lo echamos de menos ya que los asientos de madera se podian haber cambiado por unos de "skay", o de piel de cualquier bicho a ser posible raro y si somos más sibaritas unos "recaro", las paradas en el andén de cigarro de liar y saludos vecinales por una simple voz enlatada en cualquier mp3 ...ding dong... "estación de Padul" ding... dong.




El revisor de gorra grande, amplia, traje azul impecable, bastón rojo, cartera de cuero a la cintura y voz de general en batalla por ésta máquina que nos dice..." introduzca su ticket por favor", "gracias por viajar con nosotros".




Las estaciones a pié de calle o de camino, por túneles infinitos para cruzar de un lado a otro y sea necesario un mapa de situación, señales con luces despampanantes, no sea que perdamos el Norte y acabemos en cualquier rincón intentando descifrar el porqué de andar tanto para subir a un vagón.




Ha pasado ya un tiempo que mirábamos abajo por el "puente lata" el río Dúrcal o nos apeábamos en el Aguadero, no obstante el recuerdo que hoy de ti nos queda se nos antoja bueno, muy bueno, y es que todo lo actual aunque sea tan perfecto, tan útil y tan nuevo, puede que en algún momento tenga que aprender algo de lo anterior sobre todo cuando éste, un viento abrasador de hombres, cosas y modernidad todo lo arrasó llenando de asfalto las antiguas vías y cercando de nostalgia con macetas, adoquines y farolas, las estaciones.

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Puestos a imaginar, imaginemos, pero puestos a soñar, soñemos que el tranvía pasa de nuevo por la Fuente de la Salud o "la alberca Alancón".

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