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“La deambulación por las calles
es grata. Ese punto deseado de contacto espiritual lo voy a encontrar. Lo
presiento. Como vivo cerca de La Magdalena, mis paseos son frecuentemente en el
núcleo de esta barriada. La Magdalena y la estación de San Lázaro son como el
tuétano de este barrio populoso y distinguido. Las tiendas son elegantes. El
buen gusto ordena con finura en los
escaparates las ricas mercaderías. Las mercaderías en sí mismas son, en verdad
selectas. Las líneas y el color para el comerciante parisino no tienen
secretos. En una mañana gris, invernal, de un invierno templado, el transeúnte
camina despacio. ¿Es que no hay color en París? . ¿Es que los pintores pintan gris?. Desde un
altozano, desde un puente del Sena la
vista se espacia… ¿Qué hay en las calles de París por donde voy caminando?”
(Del libro “Españoles en París”
de José Martínez Ruiz “Azorín”)
La razón, la idea, la palabra que
poco tienen que ver con las balas. La libertad, la cultura y la paz tampoco y
cuán de rojo se han teñido en un hálito de luto negro, rufián , vil y
despreciable.
¡Qué gran valor tiene la vida!,
tantas y tantas perdidas, todas antes de tiempo, a todas les faltó vivir, a sus
amigos, a sus familias, a todos les falta la vida.
Malditas balas disparadas de odio
y cruel destino, asesinos de sueños y vivencias, de los colores ocre y plata,
de los grises de la tarde. No es la cultura la que mata, ni musulmana, ni
cristiana, no es la cultura la que mata.
A partir de ahora la paz debe ser
el objetivo, la política el medio y los fusiles… que no hablen los fusiles, que
sólo hable la paz, que sólo hable la cultura.
El recuerdo enorme para todos los
que el trece de Noviembre en el atardecer parisino cayeron víctimas del odio,
la sinrazón y el fanatismo. Justicia y paz.
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