La casa de la estación era
grande, bastante grande, la familia de Mari también. En una planta sus abuelos
Rafael y Amparo y en la otra Joaquín y María… los Paniza-Haro pero no sólo
ellos, ya que era una casa con las puertas abiertas siendo lugar de reunión de
todos los hermanos y titos del Padul y de fuera del Padul pues María y Joaquín así lo querían y se
esforzaban porque siempre así fuera.
Recuerda Mari las excursiones a
las minas los días de mauracas, los
veranos en “La Calera”, el carro cargado
con todos los enseres para hacer que “el veraneo” fuera lo más cómoda posible,
los remojones y los arroces que su madre atendía al fuego y como a primera hora, de
madrugada, la acompañaba a misa…a misa primera. Recuerda los paseos a la Fuente
de la Salud con los “pipotes” bajo el brazo, las muchas niñas que se juntaban
en la “calle sin salida” pues era una calle llena de vida, a todas horas, la
escuela justo enfrente de su casa y los comentarios de su hermana Amparo: “que
mala suerte tenemos, estamos tan cerca que no cogemos la sombrilla, no
chapoteamos en los charcos y no nos ponemos el abrigo”.
Cuando se casó con “Bautista” no
solo no lo dejó sino que en la parte de arriba prepararon una estancia bastante amplia que pronto se llenó de máquinas de coser. El día del
traslado fue un espectáculo ver tanta máquina calle arriba por la estación. Lo
de cobrar ya era otro cantar, me habla de pesetas, algún duro, de mucha gente a
la que no le cobró y sobre todo me habla de trabajo, de mucho trabajo y muchas
horas dedicadas a sus alumnas incluso cuando ya se habían marchado pues había
que preparar para el día siguiente. El bullicio de entrar y salir, de charlar,
de coser, de bordar, de alguna que se escapa de la clase a comprar las cuñas de
la tarde y la abuela que les regaña con ese cariño que sólo saben hacer las
abuelas.
La parte de abajo y casi sin querer
se hizo “local para bodas”, ellos preparaban el menaje y las familias llevaban
la comida del convite. También su huerto fue “carpa municipal” en la Feria de
Septiembre durante algunos años. El tiempo pasa claro está y la familia se
amplía con Teresa, Juan Bautista, Eva
María y Joaquín. Como anécdota me cuenta que en el nacimiento de Juan Bautista
ella estaba de parto arriba y todo el pueblo de feria abajo, no está mal,
animado estuvo el asunto. Me habla no solo de su marido, de sus hijos y de sus nietos, me habla de
muchas personas, de todas las edades, de todos los barrios del Padul, de
Marchena, de Dúrcal, su madre es de allí, que llegaban en el tranvía y que pasaban muy buenos ratos, que nunca hubo
una sola discusión entre las bordadoras, que mientras se preparaban los
“muestrarios”, el “ajuar” para la boda o
los bordados se iba formando una gran familia, ¡cuántas niñas y menos niñas han
pasado por sus manos y su buen hacer!.
Al poco de nacer Joaquín no quedó
más remedio que dejar el taller de costura pues una enfermedad la preocupó
bastante más hoy gracias a Dios, está superada. Hoy la vida es más tranquila,
catequista desde hace muchos años ayuda en lo que puede y con “Bautista”
jubilado pero atareado en las labores del campo cuida de su familia, que sigue
siendo grande, y cose y borda sentada a ratos en la mesa camilla junto al
jardín que en otros días albergó y que hoy todavía conserva el aire de Feria
del Padul. Gracias “Mari” por tu tiempo y por
todas tus enseñanzas a tantas y tantas niñas y mujeres del pueblo, tu
labor ahí queda… ¡no se perderá!.
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Buenas familia, soy Antonio chaves, hijo de Trini la porretillas. Somos vecinos, de amparo creo de un terrenos en Marchena y me gustaría contactar. Mi tlf es 639359876.
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