martes, 14 de enero de 2014

Angel Juarez... maestro.

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Angel es si cabe aún más puntual que yo a la cita junto al apeadero en la antigua estación del tranvía. La modestia que preside sus actos le hace bajar un poco la mirada… “¿pero, de qué quieres que te hable?”, me pregunta algo inquieto, con ésos pequeños nervios de quién tiene muy claro a lo que se enfrenta. Pues… “yo quiero que hables de ti… de Fermina… de cuando eras chico… de mediano… de más grande… del enorme equipaje que guardas en tu maleta de Maestro…”, quiero que hables de  ésa maleta que poco a poco, sin darte cuenta, has ido  llenando cada día hasta que en un buen momento ves que hasta el armario de los recuerdos se hace pequeño. 


 Angel,  con el primer sorbo del café que ya nos han servido  en la mesa, se relaja, y las fechas, los nombres, los recuerdos guardados en ésa maleta de la memoria comienzan a desgranarse. Me habla que hizo ingreso con D. Fernando… el padre de D. Fernandito y luego con éste hasta cuarto y reválida. Marchó a Granada, al Sagrado Corazón, junto a Capitanía y que D. Aniceto su director, al pagar la mensualidad, siempre se quedaba el cambio, “luego pasas a recoger la vuelta”, y ése momento nunca llegaba… había que andarse listo o perdías unas buenas pesetillas. Termina sexto y su reválida y las dudas por seguir o no seguir la carrera militar de su padre así como las necesidades familiares, que en los tiempos que corren no son pocas, hacen que comience con las clases particulares… a todas horas…no queda un minuto libre,  en su casa, con D. Fernando, en la academia de Antoñito “el de las señoritas”… Muchas veces traduce cartas, cartas en francés para resolver los papeleos de los emigrantes en el país vecino y algunas veces cobra cinco duros que  entonces era dinero, otras muchas lo de cobrar… no.  



    A través de Antonia de “Manolico Bellido”, un cariñoso recuerdo, marcha a Granada a trabajar en la contabilidad de una 
empresa de electrodomésticos unos dos años para poco después tomar la decisión de hacer Magisterio y una vez decidido… pues a hacerlo… pero no en tres años como todo el mundo, no, en uno y casi lo consigue si no es por “las asignaturas de música”, y es que los números y las ciencias… sí, pero “la músicas”,  un oído más que frente al otro…paralelo al otro. Fueron cuarenta y tres asignaturas, ahí queda la cosa,  en las que se matriculó, entonces se podía y todas las  aprobó en un curso, entre Junio y Septiembre me puntualiza y para Enero las músicas, que duro de oído sí, empecinado también; nuevamente aparece la modestia en la mirada para continuar… “y en Junio las oposiciones”.



 El primer año en Padul ya como Maestro de Matemáticas y Ciencias Naturales en mayúsculas porque Angel a partir de ahora será el Maestro, el Maestro de Matemáticas y Ciencias Naturales casi casi por siempre. De su primer año me cuenta que D. Benjamín, el cura, le preguntó por los niños que pasaban “faltas” en la familia y Angel contesto que sí, que había niños “que sólo tardaban en volver por la tarde quince minutos” y entonces le dio lo suficiente para sufragar los gastos del comedor escolar que ya funcionaba en ésa época. Es también ahora cuando Fermina, su novia de siempre, le dice que ya es tiempo de casarse y lo hacen, abandonando ella todas las labores en la panadería de su padre Jose Martos y deja de hacer cuñas de madrugada, de hacer las compras, de atender clientes, de llevar las contabilidades, de controlar los repartidores…y ahora cambia, cambia a otro ritmo de vida, más lento, más familiar… y ella será el alma y el pilar de la familia, aconsejando y decidiendo, Angel se deja llevar pues ella, como me cuenta, es más inteligente que yo y tan buena mujer, que lo que haga seguro que estará bien. Y ahí siguen han pasado los años y como el primer día. Del Padul a Mecina Bonbarón en plena Alpujarra y allí entre matanzas, paseos, algunos ratos de caza, mucho frío y caminos de meter miedo, pasaron dos años entre buenos y malos según se mire. Fermina le dijo que volviera a pedir y pasaron a Lanjarón para estar nueve años, los mejores, según Angel. Años de tranquilidad, de buenos alumnos, cercanía al Padul, buenos años. 


Por fin al Padul allá por el año 1981 y hasta su jubilación en el 2007 con sesenta y dos años  siempre de Maestro de Matemáticas y  Ciencias Naturales. Son tiempos distintos, alumnos y padres distintos, más relajación, menos exigencia académica, pero el buen alumno, el aplicado, siempre sale y Angel se preocupa, y echa una mano al que lo pide para sacarlo adelante y no sólo alumnos de la escuela sino  también a mayores preparándolos para oposiciones siendo  muchos los nombres  que a lo largo del tiempo  aprovecharon sus conocimientos.



Hoy, junto a Fermina, con algunos años más, ya jubilado y muy  jubilado, las mañanas las ocupa en  la huerta en la Vega que le da trabajo y ejercicio, las tardes con  una buena partida de dominó en el centro de mayores entre el olor a café y el sonido de las fichas de fondo y en buena compañía,  más él es un hombre tremendamente familiar, familiar y solidario, procurando lo mejor para los suyos ahora atiende con Fermina a sus nietos y los acompaña al colegio  y  con los demás…  en todo lo que pueden, con naturalidad, con sencillez, con la timidez del gran  Maestro de Matemáticas y Ciencias Naturales que siempre, ayer y hoy,  fue y lo es… un hombre sencillo.








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