Los diecinueve de Enero y por la tarde son en Padul un poco especiales, allá que salimos todos, casi en desbandada a los montes más cercanos y lejanos en busca en busca de esos pequeños tesoros ya sean tomillos, aulagas o salados para quemarlos por la noche o al día siguiente al paso del Santo.
Son lumbres grandes, lumbres de calentar, de asar "papas", de olores que tonifican las calles, de humo blanco que se confunde en la niebla de la Laguna, de vaso de vino, de trago en bota, de chorizo a la brasa y de la lumbre, esencial el diecinueve, imprescindible el veinte ya con la ropa de vestido nuevo y es que un poco de olor a humo en San Sebastián se perdona. Este año fuimos al monte, un poco de vino, tomillos y aulagas aunque pinchen pero sólo un poco, desde el monte el pueblo en la falda del Manar... esperando.
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