miércoles, 6 de octubre de 2010

Hace 30.000 años... (2)



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El recodo en lo alto de la loma proporciona refugio y descanso a su enorme cuerpo que con los restos de las lanzas clavadas anda maltrecho intentando alcanzar al resto de la manada, sabe que si consigue llegar a la laguna es posible que sobreviva al castigo de los hombres que han intentado acabar con él reuniendo fuerzas para no separarse demasiado de los compañeros de viaje que a lo lejos bordean ya la montaña. La noche que ya cae puede ser su aliada.



Los hombres han quedado atrás magullados y deshechos del esfuerzo de su caza allá en lo más profundo del barranco, ahora se reponen al calor del fuego mientras dan buena cuenta de la pieza cobrada. Han llegado a ver que uno de los mamuts marcha herido y puede que vuelvan a tener otra oportunidad por lo que deben estar preparados, el resto del grupo espera en la ladera de la gran montaña que el éxito les acompañe, la supervivencia les va en ello.


Los picos blancos de la sierra no dejan pasar los rayos de sol en ésta hora temprana pero la claridad del alba inunda la llanura. Las huellas de los animales son claras, el camino lo conocen y se han puesto en marcha muy temprano con mejor ánimo de caza. El herido ha quedado abajo, es un lastre que no pueden permitirse llevar si quieren tener éxito y aunque le han untado los unguentos de la vida intentando extraerle el mal poco pueden hacer. A su vuelta si los carroñeros no han acabado con él es muy posible que puedan llevarlo a las cuevas.


El horizonte del agua lo cubre todo en ésta mañana de sol claro y de frío intenso, los carrizales sobresalen con sus cañas meciéndose por la brisa que suave y fresca les da la bienvenida. Los primeros mamuts aguardan impacientes que la gran madre les de el visto bueno de que no hay peligro en los alrededores, no son los hombres su único enemigo pues los tigres dientes de sable más de una vez allí los han aguardado.

Desde lo más alto, allá donde se divisa todo el valle, los hombres contemplan la escena de los mamuts en el borde del agua y los ciervos pastando entre las hierbas, los tigres no han aparecido pero deben andar con sigilo ya que no pueden estar lejos, es su lugar preferido de caza y comparten las mismas piezas. A la carrera bajan la montaña antes de que el mamut herido pueda llegar al abrevadero.




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