Las laderas del monte, escarpadas y resbaladizas, hacen que la carrera para los hombres sea difícil y complicada, la fuerte pendiente entre quebradas y arenales unas veces los oculta otras los pone al descubierto pero el afán de la caza es muy superior al peligro que ello supone. El mamut herido camina despacio y pesaroso viéndose aún las lanzas que clavadas con más o menos intensidad poco a poco le van matando unido todo al enorme esfuerzo de no separarse de la manada.
Los hombres aparecen por todos lados, repentinos y violentos gritan como posesos rodeándolo e impidiendo su camino al agua. Vuelve a sentir en sus carnes las heridas de las piedras, los punzones de las lanzas, el fuego de las antorchas que tanto le amedrentan, las fuerzas comienzan a fallarle y su cabeceo en un vano intento por zafarse del acoso es cada vez más pesado y angustioso, la victoria de los neandertales está cerca recrudeciendo si cabe su ataque despiadado. Cuando el mamut cae todos se abalanzan sobre él ya que el primero se podrá quedar con los colmillos como símbolo de fuerza y respeto del clan. El resto de la manada ha intentado acercarse pero varios de los hombres se les han interpuesto entre chillidos, saltos y fuego, la escena de vida y muerte se posa en la laguna donde ahora los rayos de sol ya se reflejan.
La victoria ha llegado con la caída del mamut y ahora no hay tiempo para festejos, el olor a carne fresca atraerá pronto a depredadores y carroñeros por lo que hay que ir deprisa, despedazarlo pronto y subir a la cueva que casi en la cima de la colina les proteja antes de su vuelta.
De sus zamarras salen las finas piedras afiladas con las que por un lado la piel y por otro enormes trozos de carne, cortan y separan para llevarlos al refugio. No todo se aprovecha, hay que dejar lo suficiente para favorecer su huida y que el olor de lo que se llevan no les haga pasar a ser ellos las nuevas presas.
Cuando llegan a la cueva, alrededor del fuego comienza la fiesta, ahora es el momento de disfrutar de la conquista y alardear de bravura y denuedo. mientras tanto en la laguna hacen su trabajo los carroñeros ante la mirada de los mamuts al compañero perdido.
Al otro lado del monte tras una noche de frío, dolor y silencio, el hombre herido, con las brasas de la lumbre ya extintas, sólo en la compañía del viento, al igual que el mamut, ha muerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario