martes, 5 de octubre de 2010

Hace 30.000 años... (1)

Los animales corren desesperados ante la avalancha de
piedras y lanzas que caen sobre ellos en el estrecho paso junto al río no dejándoles otro camino para escapar. Hay que subir al monte como sea ya que al otro lado dejarán los pinsapales y saldrán a tierra libre de arboleda y de hielos que en grandes ramales surcan las cumbres más altas llegando a la ribera de las aguas.


El acoso de los hombres se está convirtiendo en peligroso, aliados ahora con un terreno muy escarpado lo que les hace concebir esperanzas que tal vez hoy si puedan conseguir la gran presa y es importante ya que les dará carne para sobrevivir durante varias lunas y piel para los abrigos de muchos de ellos aunque no era la primera vez que al final tienen que resignarse a cazar algún ciervo de los que acompañan a la manada en la búsqueda continua de alimento.


Han preparado el ataque con extrema minuciosidad tras observarlos muchas veces al pasar cerca del río, camino del monte, para llegar al otro lado buscando los pastos de la laguna y las arboledas que la rodean, así que no quieren fallar en su intento por cobrarse la gran pieza. El barranco es perfecto para tenderles la trampa, río, pequeño bosque, paredes altas tras los árboles y sólo un lugar por el que poder escapar.


El estruendo de las patas de los mamuts al correr hace temblar la tierra, los gritos de los hombres se confunden con los de los paquidermos en el maremágnum del combate pero la estrategia es clara, hay que llevarlos al paso estrecho donde las lanzas pueden hacer todo su daño al poderlas clavar desde muy cerca. Esta vez lo han pensado bien, si los mamuts quieren llegar al otro lado y arribar a la enorme laguna, ahora libre de hielos, van a tener que pagar el peaje de dejar alguno de ellos en el camino pero el precio en éstos menesteres de vida y muerte suele ser caro para todos.


Ensimismados por tenerlos tan cerca no advierten su propio peligro y es que el primero de los mamuts ya está aquí, a unos cuantos metros, y sigue corriendo. Los enormes palos con puntas de piedra ya caen sobre él, clavándose unos y rebotando otros sin producir un daño irreparable pero que provocan aún más el instinto del animal por salvarse.


Ha visto a los hombres que lo acosan desde lo alto del roquedal y hacia allí dirige todo su furor antes de que éstos puedan retirarse aún más altos pues aunque están a cubierto tratándose de mamuts ningún lugar es seguro, ya lo han vivido otras veces. En su loca carrera y seguido de los otros hermanos de la manada arremete contra las rocas en un postrero intento de sacudirse a los acosadores así como abrir la ruta de escape para todos.


Ya son varias las lanzas que hay en su cuerpo y sigue estando fuerte, dos de los hombres en su afán por situarse en un mejor sitio buscando la gloria de su caza han caído y los demás se apuran en prestarles ayuda en unos segundos de respiro que son aprovechados por los animales para comenzar a subir por la colina.


Los hombres tratan de recomponerse arrastrando a uno de los caidos a punto de ser pisoteado en el bosque de patas que ocupa el camino mientras los otros tratan de llegar a la carrera para bloquear de nuevo el paso y terminar la caza.
Han vuelto a cometer un error y la empresa puede terminar en fracaso, hay que intentarlo con todas sus fuerzas, el premio lo merece.


Los mamuts han pasado, al final otra nube de lanzas cae sobre uno de los ciervos que en esta alocada carrera de hombres y animales ha entrado en el río pensando tal vez encontrar su salvación. Por lo menos para hoy y mañana hay carne con la que reponer fuerzas. La sensación de fracaso en las miradas es total mientras retiran la presa antes de que el agua la arrastre. Los ojos se alzan buscando una explicación antr los errores que han cometido... ¿fracaso?.


A lo lejos uno de los mamuts poco a poco va quedando atrás del grupo y es que las heridas sufridas ya han comenzado a dejar huella en el enorme cuerpo lanudo, las armas de los hombres han hecho su efecto y sus pasos cada vez son más y más lentos.
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