jueves, 28 de octubre de 2010

Hace 30.000 años...(3)


Las laderas del monte, escarpadas y resbaladizas, hacen que la carrera para los hombres sea difícil y complicada, la fuerte pendiente entre quebradas y arenales unas veces los oculta otras los pone al descubierto pero el afán de la caza es muy superior al peligro que ello supone. El mamut herido camina despacio y pesaroso viéndose aún las lanzas que clavadas con más o menos intensidad poco a poco le van matando unido todo al enorme esfuerzo de no separarse de la manada.


Los hombres aparecen por todos lados, repentinos y violentos gritan como posesos rodeándolo e impidiendo su camino al agua. Vuelve a sentir en sus carnes las heridas de las piedras, los punzones de las lanzas, el fuego de las antorchas que tanto le amedrentan, las fuerzas comienzan a fallarle y su cabeceo en un vano intento por zafarse del acoso es cada vez más pesado y angustioso, la victoria de los neandertales está cerca recrudeciendo si cabe su ataque despiadado. Cuando el mamut cae todos se abalanzan sobre él ya que el primero se podrá quedar con los colmillos como símbolo de fuerza y respeto del clan. El resto de la manada ha intentado acercarse pero varios de los hombres se les han interpuesto entre chillidos, saltos y fuego, la escena de vida y muerte se posa en la laguna donde ahora los rayos de sol ya se reflejan.



La victoria ha llegado con la caída del mamut y ahora no hay tiempo para festejos, el olor a carne fresca atraerá pronto a depredadores y carroñeros por lo que hay que ir deprisa, despedazarlo pronto y subir a la cueva que casi en la cima de la colina les proteja antes de su vuelta.


De sus zamarras salen las finas piedras afiladas con las que por un lado la piel y por otro enormes trozos de carne, cortan y separan para llevarlos al refugio. No todo se aprovecha, hay que dejar lo suficiente para favorecer su huida y que el olor de lo que se llevan no les haga pasar a ser ellos las nuevas presas.


Cuando llegan a la cueva, alrededor del fuego comienza la fiesta, ahora es el momento de disfrutar de la conquista y alardear de bravura y denuedo. mientras tanto en la laguna hacen su trabajo los carroñeros ante la mirada de los mamuts al compañero perdido.


Al otro lado del monte tras una noche de frío, dolor y silencio, el hombre herido, con las brasas de la lumbre ya extintas, sólo en la compañía del viento, al igual que el mamut, ha muerto.



miércoles, 6 de octubre de 2010

Hace 30.000 años... (2)



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El recodo en lo alto de la loma proporciona refugio y descanso a su enorme cuerpo que con los restos de las lanzas clavadas anda maltrecho intentando alcanzar al resto de la manada, sabe que si consigue llegar a la laguna es posible que sobreviva al castigo de los hombres que han intentado acabar con él reuniendo fuerzas para no separarse demasiado de los compañeros de viaje que a lo lejos bordean ya la montaña. La noche que ya cae puede ser su aliada.



Los hombres han quedado atrás magullados y deshechos del esfuerzo de su caza allá en lo más profundo del barranco, ahora se reponen al calor del fuego mientras dan buena cuenta de la pieza cobrada. Han llegado a ver que uno de los mamuts marcha herido y puede que vuelvan a tener otra oportunidad por lo que deben estar preparados, el resto del grupo espera en la ladera de la gran montaña que el éxito les acompañe, la supervivencia les va en ello.


Los picos blancos de la sierra no dejan pasar los rayos de sol en ésta hora temprana pero la claridad del alba inunda la llanura. Las huellas de los animales son claras, el camino lo conocen y se han puesto en marcha muy temprano con mejor ánimo de caza. El herido ha quedado abajo, es un lastre que no pueden permitirse llevar si quieren tener éxito y aunque le han untado los unguentos de la vida intentando extraerle el mal poco pueden hacer. A su vuelta si los carroñeros no han acabado con él es muy posible que puedan llevarlo a las cuevas.


El horizonte del agua lo cubre todo en ésta mañana de sol claro y de frío intenso, los carrizales sobresalen con sus cañas meciéndose por la brisa que suave y fresca les da la bienvenida. Los primeros mamuts aguardan impacientes que la gran madre les de el visto bueno de que no hay peligro en los alrededores, no son los hombres su único enemigo pues los tigres dientes de sable más de una vez allí los han aguardado.

Desde lo más alto, allá donde se divisa todo el valle, los hombres contemplan la escena de los mamuts en el borde del agua y los ciervos pastando entre las hierbas, los tigres no han aparecido pero deben andar con sigilo ya que no pueden estar lejos, es su lugar preferido de caza y comparten las mismas piezas. A la carrera bajan la montaña antes de que el mamut herido pueda llegar al abrevadero.




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martes, 5 de octubre de 2010

Hace 30.000 años... (1)

Los animales corren desesperados ante la avalancha de
piedras y lanzas que caen sobre ellos en el estrecho paso junto al río no dejándoles otro camino para escapar. Hay que subir al monte como sea ya que al otro lado dejarán los pinsapales y saldrán a tierra libre de arboleda y de hielos que en grandes ramales surcan las cumbres más altas llegando a la ribera de las aguas.


El acoso de los hombres se está convirtiendo en peligroso, aliados ahora con un terreno muy escarpado lo que les hace concebir esperanzas que tal vez hoy si puedan conseguir la gran presa y es importante ya que les dará carne para sobrevivir durante varias lunas y piel para los abrigos de muchos de ellos aunque no era la primera vez que al final tienen que resignarse a cazar algún ciervo de los que acompañan a la manada en la búsqueda continua de alimento.


Han preparado el ataque con extrema minuciosidad tras observarlos muchas veces al pasar cerca del río, camino del monte, para llegar al otro lado buscando los pastos de la laguna y las arboledas que la rodean, así que no quieren fallar en su intento por cobrarse la gran pieza. El barranco es perfecto para tenderles la trampa, río, pequeño bosque, paredes altas tras los árboles y sólo un lugar por el que poder escapar.


El estruendo de las patas de los mamuts al correr hace temblar la tierra, los gritos de los hombres se confunden con los de los paquidermos en el maremágnum del combate pero la estrategia es clara, hay que llevarlos al paso estrecho donde las lanzas pueden hacer todo su daño al poderlas clavar desde muy cerca. Esta vez lo han pensado bien, si los mamuts quieren llegar al otro lado y arribar a la enorme laguna, ahora libre de hielos, van a tener que pagar el peaje de dejar alguno de ellos en el camino pero el precio en éstos menesteres de vida y muerte suele ser caro para todos.


Ensimismados por tenerlos tan cerca no advierten su propio peligro y es que el primero de los mamuts ya está aquí, a unos cuantos metros, y sigue corriendo. Los enormes palos con puntas de piedra ya caen sobre él, clavándose unos y rebotando otros sin producir un daño irreparable pero que provocan aún más el instinto del animal por salvarse.


Ha visto a los hombres que lo acosan desde lo alto del roquedal y hacia allí dirige todo su furor antes de que éstos puedan retirarse aún más altos pues aunque están a cubierto tratándose de mamuts ningún lugar es seguro, ya lo han vivido otras veces. En su loca carrera y seguido de los otros hermanos de la manada arremete contra las rocas en un postrero intento de sacudirse a los acosadores así como abrir la ruta de escape para todos.


Ya son varias las lanzas que hay en su cuerpo y sigue estando fuerte, dos de los hombres en su afán por situarse en un mejor sitio buscando la gloria de su caza han caído y los demás se apuran en prestarles ayuda en unos segundos de respiro que son aprovechados por los animales para comenzar a subir por la colina.


Los hombres tratan de recomponerse arrastrando a uno de los caidos a punto de ser pisoteado en el bosque de patas que ocupa el camino mientras los otros tratan de llegar a la carrera para bloquear de nuevo el paso y terminar la caza.
Han vuelto a cometer un error y la empresa puede terminar en fracaso, hay que intentarlo con todas sus fuerzas, el premio lo merece.


Los mamuts han pasado, al final otra nube de lanzas cae sobre uno de los ciervos que en esta alocada carrera de hombres y animales ha entrado en el río pensando tal vez encontrar su salvación. Por lo menos para hoy y mañana hay carne con la que reponer fuerzas. La sensación de fracaso en las miradas es total mientras retiran la presa antes de que el agua la arrastre. Los ojos se alzan buscando una explicación antr los errores que han cometido... ¿fracaso?.


A lo lejos uno de los mamuts poco a poco va quedando atrás del grupo y es que las heridas sufridas ya han comenzado a dejar huella en el enorme cuerpo lanudo, las armas de los hombres han hecho su efecto y sus pasos cada vez son más y más lentos.
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lunes, 4 de octubre de 2010

En la ruta del mamut


El sábado paseamos por La Laguna, por la antigua y castiza Laguna, la del Ojo Oscuro y la fuente del Tío Miguel, la de veredas y carrizales, zarzas y cañaveras, manantiales y acequias, arriates de antes entre la hierba perdidos en el tiempo.



Entre el agua de sondeos y nacimientos de siempre la naturaleza reclama aquello que fué suyo, que los hombres un día le pidieron y luego por un desarrollo imaginario abandonaron.


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Cuidar y censar las aves, tarea de la estación ornitológica del Aguadero, voluntarios por la naturaleza sostenible, vuestra labor a simple vista ya está, donde todos, propietarios, empresas, instituciones, visitantes, seguro que al final encontramos nuestro sitio. Abogo por ello.

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El paseo, siempre agradable, es para todos.





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Gracias a tve. Dar a conocer el humedal es tarea de todos, La Laguna lo merece, El Padul también, los paduleños... más.