martes, 4 de mayo de 2010

Fuente del Malnombre



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Alza el sol sobre el horizonte del cerro de Los Molinos y sus rayos acarician la Laguna en éste atardecer de primavera veraniega fundiéndose en tonos verdes los colores del Berrazal y las Cháfalas, de los Prados y el Agia. Nuestro caminar es lento, de disfrutar de la tarde que ya termina, degustando los aromas de azahar en los Quinientos, el salto de la focha entre los jaramagos escurriéndose con su chapoteo, la voz de algún vecino que malhumora con el tiempo, la cosecha hogaño mala y escasa o el perro que ladra tras una garceta despistada. Nos acercamos a la fuente.

Entre las piedras escondida, sales despacito, titubeante, cristalina y serena te saludan los juncos a la luz cuando inicias el camino de la acequia.

Frescor a la mano...¡¡ cuantos de ti han bebido ¡¡. Preguntémosle a las rocas que forman tu casa, talladas meticulosas, seguro que ellas a todos nos contaron pues todos de ti alguna que otra vez bebimos.

Las rodadas de tu cabellera, de sudor y esfuerzo, nos hablan que no siempre son los mismos caminos los que nos llevan, que no son las mismas caras las que en tu espejo se reflejan, que no siempre es la misma agua.

Alivio de labriegos y ganado antes, que andando a trabajar en la mañana por tu lado tocan, a remanso de turistas en zapatillas, gorra de visera corvada, que hoy abren los ojos al verte nacer un poquito cada momento que pasa.

Fuente que todo lo sabes, fuente del tiempo, ayer bebí en mi mano de tu agua, hoy la sigo bebiendo y quiero beberla mañana.

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