sábado, 15 de mayo de 2010

La primera Casa Grande.

.
El señor Martín no las tenía todas consigo aquella mañana cálida de Agosto de 1569 y andaba de acá para allá más nervioso que de costumbre dando órdenes a los sirvientes. Llevaba varios años viviendo en Padul y en éste, las tareas de verano estaban todavía a medio hacer, desde la revuelta de las Alpujarras todo andaba patas arriba.



Había tenido la precaución de llevar a su familia a Granada pues los rumores que llegaban de la rebelión no eran en modo alguno halagüeños y los enfrentamientos ya estaban en las cercanas Dúrcal y Albuñuelas provocando que el ambiente en el pueblo no fuese el deseable para su mujer y sus hijas.


La soldadesca andaba alrededor de la Iglesia y aparte de incordiar a los del lugar con demandas y pretensiones de todo tipo pues hacían noche en las viviendas con los vecinos estando éstos obligados a su mantenimiento y sustento, forzó a muchos de ellos, cristianos nuevos, a marcharse a la parroquia de Gójar, estaba hoy tranquila y holgazana.


Martín ya consiguió no aposentarlos en su casa que entre otros motivos estaba un poco lejos de la Iglesia y aislada, no gustándoles demasiado pero de todas formas, tras muchos dias de convivencia, estaba harto de ellos, no soportando. que todos los dias fuera un continuo ir y venir con amenazas pidiendo comida, que en su casa había, para satisfacer el hambre que de todas formas era mucha.


El calor comienza a hacer mella en las personas con el sol alumbrando en lo más alto cuando los gritos de alerta retumban por todas partes...allá por las Fuentes Altas una ingente multitud avanza a paso rápido abriéndose en abanico sobre el pueblo.



Tras unos momentos de duda, que si son moros, que si son cristianos, el primer fuego las disipó todas, despabilando a los adormecidos preparándose todos para la briega. Martín hizo entrar en la casa a los sirvientes pues aunque tenía muchos amigos moros no era cosa de andar en confianzas en estos instantes que amenazan duros.



Los soldados, atrincherados en el fuerte alrededor de la Iglesia, comienzan a pasarlo regular tras el primer ataque y los fuegos de las casas que la rodean hacen que Martín que lo ve desde la pequeña torre junto a la suya se preocupe fuertemente.



Hasta ahora era más el ruido que las nueces pero los moros no entraban en razón con él tras hablarles de sus bondades de otros tiempos y había que estar preparado para lo peor que no tardó en llegar.



Los combates pasan a ser encarnizados tronando los arcabuces y escopetas, los alaridos de meter miedo, el humo de la pólvora, el fuego en las defensas, las heridas que no ha tiempo de curar... los primeros muertos.


Dicen las crónicas de Luis de Mármol Carvajal que en toda la casa, sólo tenía Don Martín Pérez de Aróstegui una escopeta con que defenderse y que fué tanta su puntería que a muchos de los principales les alcanzó dándoles muerte tras varias horas de lucha. Sus cabezas forman parte de su escudo.


Tuvo noticias de la refriega el batallón que pernoctaba en Otura por un escudero que en el primer momento de la batalla pudo escapar subiendo por El Olivarillo dándoles aviso y a su vez éstos al Duque de Sesa y Don Juan de Austria en Granada.


Muchos fueron los muertos entre moros y cristianos aquel día de Agosto en las cuestas del pletín de la Iglesia y el acoso a la torre de la Casa Grande mientras las llamas prácticamente consumen el pueblo destrozándolo todo.


La desbandada de los sitiadores al ver llegar el socorro es total en su huida a las Albuñuelas detrozando la Vega a su paso con el fin de evitar la persecución, mientras la visión que nos queda desde allí del pueblo es a la vez deprimente y agónica , el olor a carne quemada es tan fuerte que se mete por todos los poros y los llantos en las pocas familias que quedan se mezclan con las voces de los soldados y las quejas de los heridos.


Mucha fué la batalla para un día de Agosto y muchos los muertos que en la nave mayor de la Iglesia se amontonan, preludio de otras muchas que a lo largo del tiempo se sucederán poco a poco en nuestro pueblo.
.






No hay comentarios:

Publicar un comentario