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Angel es si cabe aún más puntual que yo a la cita junto al
apeadero en la antigua estación del tranvía. La modestia que preside sus actos
le hace bajar un poco la mirada… “¿pero, de qué quieres que te hable?”, me
pregunta algo inquieto, con ésos pequeños nervios de quién tiene muy claro a lo
que se enfrenta. Pues… “yo quiero que hables de ti… de Fermina… de cuando eras chico…
de mediano… de más grande… del enorme equipaje que guardas en tu maleta de Maestro…”,
quiero que hables de ésa maleta que poco
a poco, sin darte cuenta, has ido llenando cada día hasta que en un buen momento
ves que hasta el armario de los recuerdos se hace pequeño.
Angel,
con el primer sorbo del café que ya nos han servido en la mesa, se relaja, y las fechas, los
nombres, los recuerdos guardados en ésa maleta de la memoria comienzan a
desgranarse. Me habla que hizo ingreso con D. Fernando… el padre de D.
Fernandito y luego con éste hasta cuarto y reválida. Marchó a Granada, al
Sagrado Corazón, junto a Capitanía y que D. Aniceto su director, al pagar la
mensualidad, siempre se quedaba el cambio, “luego pasas a recoger la vuelta”, y
ése momento nunca llegaba… había que andarse listo o perdías unas buenas
pesetillas. Termina sexto y su reválida y las dudas por seguir o no seguir la
carrera militar de su padre así como las necesidades familiares, que en los
tiempos que corren no son pocas, hacen que comience con las clases
particulares… a todas horas…no queda un minuto libre, en su casa, con D. Fernando, en la academia de
Antoñito “el de las señoritas”… Muchas veces traduce cartas, cartas en francés
para resolver los papeleos de los emigrantes en el país vecino y algunas veces
cobra cinco duros que entonces era
dinero, otras muchas lo de cobrar… no.
A
través de Antonia de “Manolico Bellido”, un cariñoso recuerdo, marcha a Granada
a trabajar en la contabilidad de una
empresa de electrodomésticos unos dos años
para poco después tomar la decisión de hacer Magisterio y una vez decidido…
pues a hacerlo… pero no en tres años como todo el mundo, no, en uno y casi lo
consigue si no es por “las asignaturas de música”, y es que los números y las
ciencias… sí, pero “la músicas”, un oído
más que frente al otro…paralelo al otro. Fueron cuarenta y tres asignaturas,
ahí queda la cosa, en las que se
matriculó, entonces se podía y todas las aprobó en un curso, entre Junio y Septiembre
me puntualiza y para Enero las músicas, que duro de oído sí, empecinado
también; nuevamente aparece la modestia en la mirada para continuar… “y en
Junio las oposiciones”.
El primer año en Padul ya como Maestro de Matemáticas y
Ciencias Naturales en mayúsculas porque Angel a partir de ahora será el
Maestro, el Maestro de Matemáticas y Ciencias Naturales casi casi por siempre.
De su primer año me cuenta que D. Benjamín, el cura, le preguntó por los niños
que pasaban “faltas” en la familia y Angel contesto que sí, que había niños
“que sólo tardaban en volver por la tarde quince minutos” y entonces le dio lo
suficiente para sufragar los gastos del comedor escolar que ya funcionaba en
ésa época. Es también ahora cuando Fermina, su novia de siempre, le dice que ya
es tiempo de casarse y lo hacen, abandonando ella todas las labores en la
panadería de su padre Jose Martos y deja de hacer cuñas de madrugada, de hacer las
compras, de atender clientes, de llevar las contabilidades, de controlar los
repartidores…y ahora cambia, cambia a otro ritmo de vida, más lento, más
familiar… y ella será el alma y el pilar de la familia, aconsejando y
decidiendo, Angel se deja llevar pues ella, como me cuenta, es más inteligente
que yo y tan buena mujer, que lo que haga seguro que estará bien. Y ahí siguen
han pasado los años y como el primer día. Del Padul a Mecina Bonbarón en plena
Alpujarra y allí entre matanzas, paseos, algunos ratos de caza, mucho frío y
caminos de meter miedo, pasaron dos años entre buenos y malos según se mire.
Fermina le dijo que volviera a pedir y pasaron a Lanjarón para estar nueve
años, los mejores, según Angel. Años de tranquilidad, de buenos alumnos, cercanía
al Padul, buenos años.
Por fin al Padul allá por el año 1981 y hasta su
jubilación en el 2007 con sesenta y dos años siempre de Maestro de Matemáticas y Ciencias Naturales. Son tiempos distintos,
alumnos y padres distintos, más relajación, menos exigencia académica, pero el
buen alumno, el aplicado, siempre sale y Angel se preocupa, y echa una mano al
que lo pide para sacarlo adelante y no sólo alumnos de la escuela sino también a mayores preparándolos para oposiciones
siendo muchos los nombres que a lo largo del tiempo aprovecharon sus conocimientos.
Hoy, junto a Fermina, con algunos años más, ya jubilado y
muy jubilado, las mañanas las ocupa en la huerta en la Vega que le da trabajo y
ejercicio, las tardes con una buena
partida de dominó en el centro de mayores entre el olor a café y el sonido de
las fichas de fondo y en buena compañía, más él es un hombre tremendamente familiar,
familiar y solidario, procurando lo mejor para los suyos ahora atiende con
Fermina a sus nietos y los acompaña al colegio y con
los demás… en todo lo que pueden, con
naturalidad, con sencillez, con la timidez del gran Maestro de Matemáticas y Ciencias Naturales que
siempre, ayer y hoy, fue y lo es… un
hombre sencillo.