lunes, 19 de noviembre de 2012

PADULHORACERO... EL CIEGO Y LAS HOJAS DE MORERA


.



  .

Era Masud más mayor que viejo, a ratos encorvado  y a más ratos derecho, manos de hueso, callos de piel agrietada, jirones en los dedos, cuerpo flaco  con las costillas a la luz  si no fuera por los blusones anchos y aireados que usa de abrigo, normalmente mal comido,  siempre a trasmano pues no es cosa buena  en  éstos menesteres  dedicación y empeño, “no es comer oficio de personas si no de haraganes”, sólo lo justo, invariablemente  falto y regular dispuesto. Es por ello que su apariencia bien pudiera ser la de un ermitaño que habitara en el desierto entre las piedras de polvo y roca con barriga de pena perpetua más tampoco era ése su oficio ni para si lo quisiera aunque sea un buen musulmán y unas  veces bien, otras no tanto  observara los preceptos, no obstante los viernes acude a la mezquita con puntualidad pues hay cosas que no se deben tocar y la oración de los viernes lo era. 

   Con alrededor de cincuenta años  ya hace varios que es abuelo y su nieto Rashid  su compañía especial y  permanente   pues  aunque muchas veces cueste creerlo al verle moverse entre los árboles de la ribera, lo necesita en todo momento, Masud es ciego o casi, una telilla blanca hace tiempo que ocultó sus alegres ojos marrones dejándolos hoy vidriosos y apagados, según dice “están muy muertos”.

   El carácter se le tornó áspero y poco complaciente hasta consigo mismo, frugal para casi todo, en continua disputa con el mundo, discute por el tiempo, de los cultivos y las acequias, de las cosas de los hombres, nunca las de Dios, del gran rey que  fue Alhamar, “nuestro Señor Misericordioso guarde a su hijo muchos años”, de dineros y dineros pero no con su nieto, con él no hay discordias ,  es su mano derecha e izquierda, sus pies y su cabeza… sus ojos, y es que Rashid es un niño pequeño, moreno y travieso, avispado, en muchos casos diligente,  cariñoso y paciente con las diatribas de su abuelo.  

    No era lo mismo para el trabajo, artesano de la seda, cuida de los gusanos desde los huevos de la campaña  anterior hasta la eclosión de los capullos y la nueva puesta, los mima y los acaricia, les habla cual personajes  de un ejército  con miles de infantes para que no les falte de nada allá en el interior de la casa, al abrigo del calor extremo y del rigor del invierno donde la luz de las rendijas la ilumina por dentro y es que en el fondo, aprovechando las alturas del terreno, entre las pedrizas, tiene Masud su cueva, llena de cachivaches, cajas de madera, artilugios para tratar la seda desde que  son capullos a su hilado y posterior venta entre los nobles de Granada, del Albaicín, los mercaderes de la Alcaicería, los jóvenes príncipes de la Alhambra. 

    Aún allí, en las profundidades lejos de luz, donde se mueve como pez en el agua procura estar con su nieto, él será el guardián de la seda, de sus secretos, de su cuidado y mantenimiento, además hoy es el gran día y no puede faltar, salen a la luz los primeros gusanos de los huevos del invierno y antes que ocurra abuelo y nieto bajan cerca del manantial, a los morales, donde Masud entre las ramas escoge hoja por hoja, hojas de morera de las más verdes, de las más tiernas de todas las que Rashid le acerca. El le indica los árboles, los palpa, los huele, ésta rama no, coge ésta, los conoce de todos los días, de otros años de siempre, Rashid tiene mucho que preguntar, mucho que aprender y él Masud, el artesano de la seda, se lo va a enseñar poco a poco, como las gotas de rocío que limpia de las hojas  para dejarlas completamente secas y es que para todo Masud es parco, muy parco y las gotas de sabiduría del gran abuelo ciego irán calando en Rashid, el amado nieto, el alma de sus ojos, el gran amigo pequeño.

  Ya  quisiera detener el tiempo, saborear la paz con los cristianos, ver con sus ojos blancos crecer a su nieto, que cuide de la seda, que aprenda los secretos, los que guarda en su cabeza, los de la cueva, todos serán para su nieto pero hoy es el día de coger hojas de morera, las primeras hojas, las más tiernas.




No hay comentarios:

Publicar un comentario