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Y todo a primera hora de la tarde, casi de golpe, se puso blanco el cielo y el suelo que nos dejó unas vistas preciosas y el cuerpo destemplado.
La cortina de nieve que siempre vemos a lo lejos, allá a nuestros pies en las faldas del Caballo ahora está en nuestros ojos casi sin dejarnos ver al vecino de enfrente, el Manar, la laguna, la vega, El Padul, todo blanco en este cuatro de Marzo y los Trianeros que vienen mañana, pero... no hay invierno que resista ante un buen puchero y la lumbre.
Mañana será otro día, hoy a disfrutar de la nieve.
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