miércoles, 29 de julio de 2015

JOSE ANTONIO, "CANO"... FONTANERO



   Son unos cuantos años los que acumula Jose Antonio en su bagaje profesional y es que como me cuenta… “eché los dientes entre zanjas del cementerio, el mercado y los cartabones de las casas que mi padre blanqueaba”.  Su padre aprobó el examen para sepulturero tras aprender a toda prisa y con el esfuerzo de hacerlo tras una jornada intensa de trabajo ya que  siete hijos son muchas bocas que sacar adelante. Es por ello que pronto, muy pronto, acompaña a su padre en las horas del cementerio, en la limpieza y mantenimiento del mercado o ganándose unas pesetillas con el blanqueo de alguna fachada.




   Trabajó de aprendiz en el taller con Antonio “el cementerio”, otro tiempo en el Cenit y algún que otro rato libre acompañando al “niñote” o “hincapoco” en  faenas de lo más variado.
   No obstante y con todo este trajín se matriculó y estudió tornero.Dos años en Maestría Industrial de Granada y su abuela como se aplicaba en los libros le regaló una bombona para soldar y una barra de estaño…”que me iba a imaginar la de barras que vendrían después”. Son tiempos de aprender, de estudiar, de trabajar, con “el niño de las tres M”, su verdadero maestro, con “el niñote”, la madera y el cemento lo arregla todo, con su padre a hora temprana  en la “Mobylete” a arrancar los motores en la mina “la Purísima” para llenar la cámara de agua y de vuelta apagar las luces de las calles pues automatismos no había y al atardecer tocaba encenderlas…más de una carrera tuvo que dar pues los jóvenes algunas veces son olvidadizos. Me habla que antes de la feria había que cambiar todas “ las perillas” de la calle por unos bombos más artísticos y es que el pueblo hay que enseñorearlo en fechas tan señaladas y a su término se cambiaban de nuevo.


Casado con Eli, me cuenta que puede parecer un poco seria pero que no es así, que es la mujer más encantadora del mundo, que él tuvo que marchar a las Canarias porque aquí no había trabajo y dejarla en el pueblo con los dos chicos pequeños, lo pasó mal, pero que siempre encontró en ella  apoyo, compañía, comprensión y cariño…mucho cariño de una persona a la que se quiere. A la vuelta trabaja en “La Colmena” y en “instalaciones Dúrcal” … ¡qué buenos recuerdos!. Y como los palos hay que tocarlos todos tocó también el de la política en unos años un poco enrevesados en El Padul más todo termina y de la política al “Coro Rociero” junto con Eli y la chirigota de carnaval “Por fin es viernes”.

   Me cuenta que con el coro han recorrido toda Andalucía, muchos sitios de España y parte del extranjero y que con la chirigota todas las calles del pueblo, buenos ratos de carnaval, buenos recuerdos de amigos que trabajaron mucho y hoy no están, de todos los que hoy en el Coro se esfuerzan con ellos por hacerlo bien, de la convivencia en las tardes de carnaval o en los ensayos del Coro,  que recuerda los “pucheros de callos con garbanzos” a las cuatro de la mañana cuando el cuerpo ya disparataba un poco tras el paso de la noche.


   Hoy, porque la vida lo quiso así, tuvo que hacerse empresario aunque me cuenta que el verdadero jefe es su hijo, ¡¡que orgulloso de los dos!! , que hubo altibajos, que hay crisis,  siempre la hubo, para los trabajadores es raro que no haya crisis pero que se sale, que siempre se sale. Son muchos años de profesión, de muchas y muchas soldaduras, de mucho aprecio por su trabajo, de favores y más favores, del respeto y satisfacción de la gente ante una labor bien hecha. Me cuenta y me cuenta que disfruta mucho con el Coro, en el carnaval, con su familia, con sus amigos, con su Eli, que “los años no pasan en balde y que hay que estar con la gente de uno”…

             ¡¡¡  pero cuanta gente es la de uno!!!... digo yo.


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