Aún recuerda Juan la fábrica de gaseosas que su padre,
“Miguel rigores” tenía en el “pilarillo” junto a la fuente de los cinco caños y
posteriormente en la estación frente al ayuntamiento actual. Entre los tiempos
de una y otra comenzó Juan a estudiar en Santafé, en los redentoristas, más la
muerte de su madre le hizo volver y continuar los estudios con D. Fernando a la
vez que ayuda en la fábrica en alguna de sus tareas. Las gaseosas hay que
llevarlas a repartir llegando incluso al campamento del Padul, unas veces en
los serones de los mulos y otras, las menos, en un carro.
Son tiempos duros y hay que salir
adelante, hace magisterio y comienza a ejercer en Albondón pero el sueldo no da
para mucho y marcha a la “mili”. Una “mili” como dice sin uniforme, en
ferrocarriles, siendo su labor de asistente del teniente Salvador Molina. El
uniforme sólo para jurar bandera. Continúa estudiando las oposiciones y tras
aprobarlas inicia su andadura profesional en diversos pueblos de Madrid. Se
casa con Carmen y tienen tres hijas pero a los nueve años todo se trunca falleciendo Carmen.
De Madrid a Murchas, al Valle y poco a poco la vida se va
rehaciendo siendo así que a los pocos años conoce a una muchacha de Saleres,
Francisca Amos, propietaria de una fábrica de aceite, una fábrica en la que
Francisca invirtió los ahorros de Francia por consejo de sus hermano cuando
ella lo que pensaba era comprar un piso y a ver si le daba para dos. Mujer, empresaria y trabajadora a mediados de
los sesenta del siglo pasado en nuestro Valle no era fácil, no obstante el
pueblo se volcó con ella y la fábrica de aceite salió adelante. En el 75 se
casan y vienen dos hijos más. Juan continúa en la escuela y ella en el “molino”
ayudando en lo que puede.
Es un molino de rulos de piedra y una sola prensa con
tres trabajadores en turno de ocho horas y una capacidad de molturación de dos
mil kg de aceituna por turno. Todo es a base de esfuerzo para el buen
funcionamiento y Juan lo recuerda con añoranza pero me dice que el aceite no
era de muy buena calidad ya que las campañas duraban de Octubre a Julio, sí a
Julio, es que en el Valle la costumbre era recoger la aceituna según iba
cayendo al suelo sin varear los árboles por lo que mucha se secaba a la vez que
se ponía en mal estado al estar en contacto
con la tierra por lo que el zumo no era de una calidad deseable.
En los años
siguientes se puso una segunda prensa ya
mecánica y cambian las formas en la molturación consiguiendo más calidad en el
aceite. Son varias las ampliaciones y mejoras que introducen más al poco tiempo
no pueden absorber todo el trabajo que les llega y la cierran por no poder
ampliar más ya que están en el centro del pueblo.
El gusanillo no se pierde y deciden cambiar un poco y vienen
al Padul inaugurando en el 2001 la nueva fábrica junto al “cortijo chaqueta”.
Ahora todo es distinto, todo maquinaria moderna y funcional donde la mano del
hombre interviene muy poco y la higiene
del proceso así como la calidad de los zumos hacen que el aceite sea
excepcional. Juan habla y no para, me habla de “centrifugadoras”, de
“termobatidoras”, de “la extracción en frío”, del “decanter”, de la
“centrifugación horizontal” y de la “centrifugación vertical” del aceite y del
agua, de su separación natural, de que la capacidad de trabajo hoy es de
150.000 kg diarios de aceituna, de que mojar un trozo de pan caliente en el
aceite recién molturado es un placer total. Hoy uno de los servicios que
prestan es que los pequeños agricultores puedan cosechar su propio aceite para
partidas de quinientos o seiscientos kg de aceituna, restos de lo que antes era
la “maquila” y hoy aceite de cosecha propia.
Me habla Juan de las variedades de aceite y en otra ocasión
hablaremos más despacio y que él hoy sólo vende el de mejor calidad que es el
“aceite de oliva virgen extra” en botellas de cinco, dos, uno y medio litro. Me
habla de los restos del molino de Saleres, de un proyecto de reciclaje de
“compos”, de proyectos y proyectos. Hace ya tiempo que la empresa la lleva su
hijo y yo volveré a hablar con él y volveremos a hablar de aceite, de
aceitunas, de calidad, de piedras, de tolvas, de lavadoras, de mil y una cosas
porque Juan sabe, sabe y conoce el aceite y con él aprenderemos a distinguirlo
pero eso será en una segunda parte. Gracias Juan.
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