lunes, 4 de agosto de 2014

"EL NIÑO DE LA ANICA MARTOS"


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Yo creo que no todos saben que se llama Antonio… pero claro es que casi nadie lo llama por Antonio, para todos es “el niño”, “el niño de la Anica Martos”. Hombre jovial, siempre risueño, siempre con alguna broma en la mente, siempre con sus paisanos, con sus amigos, con su gente, con su pueblo.  

Nació a mediados del siglo pasado y allá por la calle alta del almendro, a la izquierda del Barrio Dílar dio sus primeras correrías en pantalón corto y sandalias de goma, aunque también para ayudar a la madre Anica bajara con el burro y cuatro cántaros de barro a por agua a la fuente  para las necesidades de la casa o ir a los prados a llevar estiércol y traer maíz. Alguna bronca de su padre se llevó porque no siempre volvieron todos los cántaros.

A los nueve años deja la escuela para trabajar en la atarazana. Mueve que te mueve la rueda para hilar el esparto y hacer “las lías” y todo por un sueldo de dos pesetas… sí, dos pesetas y tan contento. Anica no estaba conforme con lo de dejar la escuela y lo llevó a clases particulares con Antonio el de tranvías. Después fue panadero con los Nievas y con Juanico el de Tovar para  pasar a continuación a carpintero primero con Juan de Dios y después con “Mochón y Chirrín”, todavía alguno recuerda sus bromas y risas allá por las cuatro esquinas en la carpintería, centro neurálgico social de la calle San Sebastián.

Como aún no había tocado todos los palos continuó en la herrería de Juan de Dios de los Pérez y luego marchó a Granada a aprender “de mecánico” en Talleres del Sur.
Con diecisiete años comenzó con D. José Puertas y ya los cambios se terminaron pues desde entonces hasta hace unos meses siempre estuvo con él.  Primero de soldador y como la vida ya había cambiado algo,  el sueldo  con el que inició  de novecientas pesetas a la semana pero  José le daba mil… “para que te invites niño…para que te invites”. Los ratos de ocio los comparte con los amigos entre los Domingos de mauracas en los Molinos, la pista del Borillo o el club “hippy-ti”… ¡buenos prendas!

Se casó con Maricarmen a la que conoció por mediacíon de su primo Diego Morales que  los presentó un San Sebastián de primeros de los setenta. Tras seis años de novios pero “entrando en la casa” se casan en el setenta y siete. Dos hijos y tres nietas que son las niñas de todos sus ojos completan a día de hoy su familia.

Ese carácter jovial, paduleño y carnavalero  le hace unirse a los Trianeros :


       “Tengo un trocito de cielo en Graná
         que no se puede comprar con dinero
         nuestra bandera es el Manar
         y la Vega es nuestro puerto…”


Siempre cantando a su pueblo, como su madre Anica, a sus personajes a su gente, ha sido cubano, banquero, cuarentona, mamusón, mosquito, menda, torero, asustao, guardia…etc. A todos sus personajes…alcaldes, alcaldesas, concejales, políticos en general, el cura, a todo el pueblo.

Aún recuerda con mucho cariño la fiesta que les prepararon los Trianeros  al cumplir las bodas de plata siendo así que los pasearon por el pueblo en el “Roll-royce-rotobato” de Pepe Arias, ellas con pamela y ellos de chistera como guardias de la comitiva acompañados de banda de música y coro rociero… ¡casi ná!.

Hoy se dedica a cuidar de su familia, a echar una mano cuando les hace falta, a sus nietas. Los animales y la huerta en el cortijo de la Vega matan el resto del tiempo, además su colaboración desinteresada le hace estar en muchos de los acontecimientos de nuestro pueblo. Hace unos años repartiendo vino y jamón con su amigo Juan en la Feria, con sus Trianeros y los huevos fritos con espichás ¡ qué colas forman los sábados de septiembre!, con las asociaciones que se lo piden, en la cena solidaria…en fin todos los días  porque todos los días…

    “Ser pauleño no es un documento, 
      no es un disfraz de quita y pon
     ser pauleño es un sentimiento...
     que se lleva en el corazón”


                                              ( Palabra de Trianero)



                                       

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