domingo, 6 de abril de 2014

La vida es bella...






Recordar ésta película es recordar momentos agridulces e innumerables situaciones cómicas y tiernas con momentos de enorme tristeza y tintes enormemente dramáticos. Todo ello, entre otras muchas cosas, no hace sino conformar un gran ramillete de lo que es la condición humana ya sea en su buena faceta o en su faceta más deplorable y aunque una situación bélica ya es suficiente agravio a lo que debe ser el concepto que debemos tener de lo que es  una buena persona  es a su vez argumento más que válido para que las luces y sombras de la solidaridad y la intolerancia puedan hacer su aparición con sus manos más plausibles.

   No obstante y siendo ésta una situación extrema, hoy en día, en España, en nuestra Granada, en nuestro Valle, no hablamos de guerra, buena hora hoy pues tiempos otros hubo, más si tenemos los suficientes argumentos para que en momentos determinados aflore lo más granado de las virtudes de la condición humana, virtudes que en muy buenos momentos nos hacen pensar y recordar que indudablemente no todo está perdido, que los tiempos son difíciles, que nada hay ganado, que los logros humanos a lo largo del tiempo son logros de paciencia, trabajo y paciencia que el tiempo modela y adecúa en cada momento.

Dejémonos llevar en la mecedora del  tiempo y no nos olvidemos jamás de todos aquellos que nos piden, que nos piden solidaridad, buen corazón y un cariñoso recuerdo, casi siempre una mano no es sinónimo de dinero, es más una palabra, un gesto, un empujón de ánimo, música para los oídos del que desesperado… espera, hay veces que nada es más importante, ni lo puede ser, sólo el reloj con su tic-tac amenizando el discurrir del tiempo.

Que duro es ver que un amigo, un vecino, un familiar, un niño, un grande, alguien que estás acostumbrado a ver su cara, sus paseos, sus saludos, sus risas, sus lágrimas, sus charlas y sus enfados, comienzas a dejar de verlo y lo haces cada vez con más espacio entre los días y ves que su cuerpo y su mente poco a poco se deterioran, que sacas palabras de las entrañas más profundas, de la buena condición de persona que sin ningún lugar a duda en todo momento todos llevamos allí, adentro, que las dices con alguna lágrima de amigo, de vecino, de hermano, con la fuerza que te da el saber del corazón humano.


Es la enfermedad y la insolidaridad una de las guerras de nuestro tiempo, la que nos hace ver cada día si los demonios se han ido, demonios de toda condición  con los que hay que luchar y apartar a un lado, que nos dejen ver la vida, la vida que aún en ése cuerpo que se deteriora, en esos ojos que nos ven  sin hablar, en esas manos que ya prácticamente no se pueden mover, todo es vida, en la mirada de un hijo o de un hermano, a veces de una madre, qué triste.

Todo es vida, la enfermedad ni pecado ni castigo, forma parte de la vida y prueba del corazón humano, de los actos más bonitos de solidaridad y cariño a ése amigo o vecino o hijo o hermano. Con ellos, con su dolor, con el amargo dolor de verlos cada uno, cada día en su sufrimiento, qué bien viene ésa mano, ésa palabra amiga que alivia el presente y revive los recuerdos, recuerdos de todos, recuerdos de todos los momentos.

“La vida es bella”, y hay que vivirla, intensamente, con los amigos y los recuerdos, cada día, cada momento, con las flores de primavera y los grises del invierno, con ésa intensidad que sólo nos da el tiempo, hagámoslo bueno todos los días y bueno será el recuerdo, en cualquier situación, con tu amigo, tu vecino, tu hermano… y es que aunque a veces no lo parezca o parezca lo  contrario… “La vida es bella”.

   

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