Recordar ésta película es
recordar momentos agridulces e innumerables situaciones cómicas y tiernas con
momentos de enorme tristeza y tintes enormemente dramáticos. Todo ello, entre
otras muchas cosas, no hace sino conformar un gran ramillete de lo que es la
condición humana ya sea en su buena faceta o en su faceta más deplorable y aunque
una situación bélica ya es suficiente agravio a lo que debe ser el concepto que
debemos tener de lo que es una buena
persona es a su vez argumento más que
válido para que las luces y sombras de la solidaridad y la intolerancia puedan
hacer su aparición con sus manos más plausibles.
No obstante y siendo ésta una situación extrema, hoy en día, en España,
en nuestra Granada, en nuestro Valle, no hablamos de guerra, buena hora hoy
pues tiempos otros hubo, más si tenemos los suficientes argumentos para que en
momentos determinados aflore lo más granado de las virtudes de la condición
humana, virtudes que en muy buenos momentos nos hacen pensar y recordar que
indudablemente no todo está perdido, que los tiempos son difíciles, que nada
hay ganado, que los logros humanos a lo largo del tiempo son logros de
paciencia, trabajo y paciencia que el tiempo modela y adecúa en cada momento.
Dejémonos llevar en la mecedora
del tiempo y no nos olvidemos jamás de
todos aquellos que nos piden, que nos piden solidaridad, buen corazón y un
cariñoso recuerdo, casi siempre una mano no es sinónimo de dinero, es más una
palabra, un gesto, un empujón de ánimo, música para los oídos del que desesperado…
espera, hay veces que nada es más importante, ni lo puede ser, sólo el reloj
con su tic-tac amenizando el discurrir del tiempo.
Que duro es ver que un amigo, un
vecino, un familiar, un niño, un grande, alguien que estás acostumbrado a ver
su cara, sus paseos, sus saludos, sus risas, sus lágrimas, sus charlas y sus
enfados, comienzas a dejar de verlo y lo haces cada vez con más espacio entre
los días y ves que su cuerpo y su mente poco a poco se deterioran, que sacas
palabras de las entrañas más profundas, de la buena condición de persona que
sin ningún lugar a duda en todo momento todos llevamos allí, adentro, que las
dices con alguna lágrima de amigo, de vecino, de hermano, con la fuerza que te
da el saber del corazón humano.
Es la enfermedad y la insolidaridad
una de las guerras de nuestro tiempo, la que nos hace ver cada día si los
demonios se han ido, demonios de toda condición
con los que hay que luchar y apartar a un lado, que nos dejen ver la
vida, la vida que aún en ése cuerpo que se deteriora, en esos ojos que nos
ven sin hablar, en esas manos que ya
prácticamente no se pueden mover, todo es vida, en la mirada de un hijo o de un
hermano, a veces de una madre, qué triste.
Todo es vida, la enfermedad ni
pecado ni castigo, forma parte de la vida y prueba del corazón humano, de los
actos más bonitos de solidaridad y cariño a ése amigo o vecino o hijo o
hermano. Con ellos, con su dolor, con el amargo dolor de verlos cada uno, cada
día en su sufrimiento, qué bien viene ésa mano, ésa palabra amiga que alivia el
presente y revive los recuerdos, recuerdos de todos, recuerdos de todos los
momentos.
“La vida es bella”, y hay que
vivirla, intensamente, con los amigos y los recuerdos, cada día, cada momento,
con las flores de primavera y los grises del invierno, con ésa intensidad que
sólo nos da el tiempo, hagámoslo bueno todos los días y bueno será el recuerdo,
en cualquier situación, con tu amigo, tu vecino, tu hermano… y es que aunque a
veces no lo parezca o parezca lo contrario… “La vida es bella”.
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