lunes, 14 de enero de 2013

EL CIEGO Y LAS HOJAS DE MORERA ( 4 )





PARTE CUARTA



Por fin han vuelto los hijos de la alquería que durante unos meses han servido al segundo de los reyes nazaritas de Granada. Esta vez lo han hecho todos y la alegría inunda la aldea llegando  hasta los arrabales donde Amín, el pastor, en el camino de Dílar, en honor  a su amigo, prepara  el sacrificio de un cordero según ordenan las escrituras. El padre de Rashid ha vuelto. De unos treinta años, Hixen , es alto, bastante alto, pelo castaño y piel ya curtida en las batallas, domina con destreza  la espada y el manejo de la lanza, porque él es un caballero y su conocimiento no le debe ser ajeno  ya que en muchas ocasiones ha formado parte de la primera línea de batalla. Alguna que otra cicatriz jalona su cuerpo producto de las refriegas pero hoy sonríe, abraza a Rashid, a su esposa, a su madre…a Masud,  que lo palpa en el pelo, en los hombros, los brazos, parece comprobar que vuelve completo, lo estrecha fuerte contra su pecho, intenta mirarlo entre la telilla blanca de sus ojos…






Amín llega con el cordero, que rápidamente comienza a guisarse en la olla al fuego. Masud saluda a su amigo y con Hixen, en un  abrir y cerrar de ojos  la charla comienza. Son muchas las preguntas, las inquietudes, las andanzas, las pequeñas batallas, las intrigas cortesanas, las cosas de la Alhambra. Hixen les cuenta su vida en la Alcazazaba, las guardias por el Albaicín, las grandes obras del palacio real,   que ha estado por Guadix y recorrido todo el Zenete ya que por  allí los señores no están por la labor con el rey y se había hecho necesario darles una lección para someterlos, que sólo eran escaramuzas, pero siempre tenía que ir con cuidado.


Después del verano harán lo mismo , pero ésta vez el destino sería Málaga y tal vez la cosa no fuera tan fácil como al norte de Granada. Alrededor del fuego Hixen también pregunta, quiere saber por su hijo, por la seda, por los cultivos, por el queso de Amín, quiere informarse de todo, recuperar el tiempo de su ausencia, empaparse de prisa y olvidar los tiempos de guerras, aunque sea un caballero, un gran soldado del rey, es un hombre sencillo, es un hijo de la aldea.


La fiesta  dura todo el día, verdaderamente hay que celebrarlo , mañana todos trabajarán en los campos, guardarán  las armas y las ropas de Granada en los arcones de la cueva, ayudará a su padre, hilará la seda, marchará de caza con su hijo por los montes del Manar, paseará por la laguna, comerá el queso de Amín, beberá el agua de la fuente, trabajará en los campos de sol a sol, dormirá cansado en el camastro y por unos meses volverá a ser el guía de su familia, el guardián de su casa, el brazo de su padre, el hijo de Masud, el sabio de la seda.Falta poco para el verano y la alquería hierve de actividad, se arreglan las acequias que de la fuente parten a regar todo el pago hasta la rambla por el camino de su derecha y hasta las fuentes del Manar por la izquierda llegando hasta Al-Ancon. El  terreno fértil y el hecho de tener suficiente agua hace que por todos lados el verde de las plantas domine el paisaje. 

  Es duro el trabajo, muy duro, Hixen se acostumbra pronto y las durezas de los  callos de sus manos dejan de doler al poco porque  el tiempo pasa rápido, Rashid lo mira con aprecio, gusta de estar con su padre, que le habla de los cristianos, de batallas y palacios, de lejanas tierras, de ciudades perdidas por sus hermanos, de lo grande que se está haciendo Granada, gusta Rashid de aprender de su padre en el trabajo, le cuenta del abuelo, su gran amigo del invierno. Hixen está contento, en la alquería hay paz y sosiego, pide a Rashid que calle un momento, que mire y que observe el paisaje, que huela la primavera que termina, allá más arriba del camino de Dílar, sentados en una roca con un poco del queso de Amín, sus ojos sólo ven el azul de la laguna, las varas de anea, el airecillo que las mece, el blanco de la nieve que ya se pierde en la sierra. 









.



No hay comentarios:

Publicar un comentario