sábado, 3 de octubre de 2015

Juan Peregrina...albañil.

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Es Juan hombre de buena memoria de ésa memoria en extensos recuerdos que hoy con una cerveza bien fría y un cuenco de aceitunas negras van apareciendo poco a poco mientras tomo notas con la presteza de no perderme nada ante la oleada de datos que desmenuza rápidamente mientras me habla. Nació allá por Mayo del sesenta y uno muy cerca de la calle Real, en “El callejón del tío Conejo” en la casa de sus abuelos, sus primeros pasos en la escuela de “La Placetilla” en “Los cubos”, en “La Fuente” y en el colegio “San Sebastián”. Luego marchó como tantos otros niños de la época a un colegio de curas y él lo hizo a los Maristas de los Ogíjares  donde permaneció tres años. De allí al “Ave María” de “La cuesta del Chapiz” y posteriormente a la “Escuela Normal” del Triunfo. No terminó porque para éstas fechas “la fiebre de la obra” corre por sus venas, de familia le viene, abandonando los estudios e incorporándose de lleno a la vida laboral, puede que se perdiera un maestro de escuela que no le satisfacía más se ganó con total seguridad un gran “maestro albañil”, un albañil de los de siempre, de los que sin alardes te hacen una casa de los cimientos al tejado, de los que saben lo que cuesta poner un ladrillo y el lugar donde situarlo.
 

Es tiempo de estar e instruirse con su padre, Paco Peregrina, ya con la salud delicada pero con unas ganas locas de que los hijos aprendan y aprendan lo más diligente posible. Vuelve de “la mili” y se engancha con una empresa de Loja “solando a destajo” en horas interminables de trabajo y de allí a otras empresas entre ellas “Félix Rodriguez” donde ya es encargado. Mientras tanto sus hermanos, Paco y Antonio, ponen en marcha una empresa propia y le piden que se una a ellos pues son tiempos de mucho trabajo sobre todo para el que bien lo hace.Muchos buenos momentos, muchos quebraderos de cabeza, muchos avatares que les hacen curtirse en los andamios, llegan a tener cincuenta trabajadores de empleo directo y otros tantos indirectos, trances también muy duros en momentos determinados que en la obra se viven como el amigo que se pierde y duele, que siempre dolerá. No le gusta “la burrocracia”, tantos y tantos papeles, tantos y tantos impedimentos, tanta exigencia casi siempre sin importancia y la mayoría de las veces obviando y no queriendo ver todo aquello que de verdad debería ponernos las cosas del trabajo bastante más fácil.
 

 
 
 
Hoy marcha sólo pues las circunstancias así lo han querido y sus amigos y empleados le dicen “peleas más que un cura” aunque yo la verdad no me lo creo mucho y Magdalena, su mujer, me dice que no, que hasta sus hijas hacen con él lo que quieren y es que claro…me dice que por ellas… al fin del mundo. De su “Magda” me cuenta orgulloso que si volviera a nacer le gustaría volver a encontrarse con ella, tenerla cerca como la ha tenido siempre en todos los buenos y sobre todo en los momentos más amargos.

No solo de "obra" vive el hombre y es por ello que su otra pasión, la que le permite el tiempo, es la cofradía de “los pasos vivientes” en la que se integraron hace unos años los muy populares  y pintorescos como ellos solos “soldados romanos”. Fueron con mucha dedicación y cariño con Paco “mediahaba”, Encarnita Muñoz, Rosa Paulino, María del Pilar del pollo, Gracia de los quines y otros más que le dieron forma a una de las partes más importantes que hoy disfrutamos en nuestra Semana Santa. Fue hace ya más de treinta años cuando entró en “la centuria” un día que el amigo Mateo no lo pudo hacer y hoy me cuenta que se siente muy honrado siendo el portador del guion. Yo esto si me lo creo, me consta que es un excelente portador del guion y no solo el de “los soldados romanos”.
                                                         ¡¡¡Buena suerte...amigo!!!






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