Es el otoño una época pálida, pálida en los colores donde los ocres y naranjas van sustituyendo premiosamente los verdes exuberantes veraniegos marchitándolos despacito en un espectáculo visual irrepetible donde los cambios diarios de tonalidad nos muestran su ciclo vital en su faceta más placentera.
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Es época de siembra en los barbechos , de almendras, de carne de membrillo, de caquis , de coles, de naranjas, de vino, de hojas... de muchas hojas por todas partes, de rebecas , de cazadoras y chubasqueros, de los primeros guantes y bufandas, de paseos entre camisa y abrigo al caer la tarde disfrutando cada minuto.
Trabajo, mucho trabajo y paciencia en las labores del otoño pues es hora de guardar para el invierno, en las cañas de las cámaras, en las neveras de última generación, en los balcones de las terrazas, frutos que tardan en madurar y que secan al relente sin prisa, despacito, con toda la paciencia.
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