viernes, 20 de marzo de 2020

¡¡¡¡¡QUEDATE EN CASA¡¡¡¡¡


Cuando salgan estas líneas a la luz ya habrán transcurrido más de quince días desde la declaración del Presidente del Gobierno de España del “estado de alarma” en todo el país. Esta declaración ha venido acompañada de una serie de medidas restrictivas en cuanto a la movilidad de las personas, aglomeraciones en eventos, cierre de negocios que no sean los dedicados a la venta o fabricación de productos de primera necesidad, cierre de bares, restaurantes y terrazas, intervención de la sanidad privada etc, etc.

Todo este conjunto de medidas llega una vez que el número de contagios del ya famoso y dañino coronavirus  COVID19, aumentan en una progresión más que importante siendo cuando escribimos esta columna en torno a 8000 contagios y alrededor de 200 personas fallecidas.

El peligro de colapso del sistema sanitario es muy importante ya que los números que provoca la epidemia son alarmantes en cuanto a ingresos posibles en las unidades respiratorias de los hospitales. Por eso la medida de “quédate en casa” es tan importante. El objetivo que la curva de contagios se corte en su avance en línea recta hacia arriba con el fin de que tenga un comportamiento bastante más plano. Eso permitiría que el sistema hospitalario pudiera absorber con mayor tranquilidad los posibles ingresos.

No hay que alarmarse con histeria incluida. No conduce a nada. Una vez pasados los días previos con el exceso brutal en las compras de supermercado es el momento de calmarse, de repensar un poco, de ponerse en el lugar de nuestros convecinos, de los que trabajan en todos los ámbitos para controlar el tema desde sanitarios, farmacéuticos, fuerzas de seguridad, servicios de mantenimiento, transportistas, personal de supermercados, en fin a todos aquellos y aquellas que procuran que nuestro cada día se vea alterado lo menos posible.

 El resto pues “quédate en casa”. Indudablemente es la mejor forma de combatir alarmas, nerviosismos y sobre todo evitamos saturaciones en los lugares  donde no debe haberlas. Hay diversos grupos de riesgo y una vez analizados los datos que provienen de China junto con el resto de países que ya han sufrido los contagios se desprende  en primer lugar los mayores así como aquellas personas que padecen algún  tipo de dolencias respiratorias o cardiovasculares o inmunodeficiencias.

Lo dicho…”Quédate en casa”.  Por cada uno y por todos. Espero que en los quince días que van desde que escribo estas líneas hasta su salida las medidas hayan dado algún resultado…tengo mis dudas pues no puede llegar el lunes 16 y todos a la calle a trabajar o lo que sea creyéndonos que somos los más imprescindibles del mundo mundial. Son quince días…quince días. De “machotes”, bocazas, listísimos y compañía, en resumidas cuentas de insolidarios empedernidos tenemos sobrados ejemplos. La cosa no va con ellos…nunca va con ellos. Ni con ellos, ni con los propagadores de bulos que en estas circunstancias han proliferado como el humo por todas las redes sociales…directamente “iros a tomar porsaco”

Por la enorme mayoría, más silenciosa, más importante, menos lista, menos bocazas y sobre todo…más SOLIDARIA nuevamente os pido aquello que si parece más que razonable e importante…

                                                      “QUEDATE EN CASA”

 

una noche en la laguna (3)


El visir estaba confuso. Escuchó y escuchó pacientemente todo lo que el soldado iba contando. Era una bonita historia plagada de alusiones a la magia, a los tiempos antiguos, a leyendas con más o menos base real, una historia para recrearse en ella o para desestimarla sin más, para esbozar una sonrisa o para creérsela a pies juntillas. El soldado guardó silencio, el visir también. Nuestro buen paduleño comenzó a ponerse nervioso, no sabía que pensar. El visir juntó las manos sobre la boca, pidió al soldado que guardara el más absoluto  silencio sobre todo lo hablado en la sala y le dejó marchar. Los pensamientos se arremolinaban en su cabeza y al final se decidió. No había nada que perder, era una posibilidad, no era muy creyente en cuanto a leyendas populares ni aficionado a propagarlas pero la conversación con el soldado le provocó una cierta incertidumbre por lo que hablaría con el sultán y ya verían lo mejor.

La conversación con el sultán se parecía por momentos a la mantenida con el soldado solo que ahora las tornas estaban cambiadas, el visir hablaba y el sultán escuchaba. Al rato hizo un gesto con la mano y preguntó… “mi buen visir, el mejor de mis servidores… ¿por qué es diferente la laguna de la que me hablas?... sabes que estuve en Alhama… que he estado en Ronda… que hemos estado en las cumbres de Sulayr … ¿cuál es tu opinión de todo esto?... ya me contarás los detalles, ya me hablarás del soldado y si todo merece nuestro respeto”.

“Me halagas gran señor, a mí, al más humilde de todos los que se dignan servirte y que postra su cara a tus pies. No estaría aquí si no pensara que la posibilidad es seria, que puede ser real. Los ojos del soldado transmitían pasión, transmitían fe, transmitían una seguridad en todo lo que me contó que no pude más que creerlo y mi creencia como la suya lo es además fundada sobre todo en que nada se pierde con acudir allí. Solamente me recalcó que se hiciera en la noche dentro de veinte días, en la noche más corta y que deberíamos andar con cuidado ya que el terreno es muy pantanoso hasta llegar a la fuente de agua clara y dorada”

“Haz los preparativos amigo mío, hazlo con prudencia y cautela, que todo esté dispuesto para ése momento… iremos a la laguna la noche más corta”.

El día señalado, a buena hora de la mañana, una recua de animales repleta de cántaros en los aparejos abandonó Granada por la puerta del pescado camino de la alquería del Padul. Debían estar allí al caer de la tarde y esperar noticias antes de cargar, no sabían qué. Llegaron a primeras horas de la tarde y esperaron en el lugar convenido a la sombra de unas higueras junto a una fuente que entre sus raíces manaba agua suave y limpia.

Ocho jinetes abandonan la Alhambra cuando el sol aún baña las murallas de la Alcazaba y por el este de Granada  cabalgan camino de La Zubia y Alhendín donde cambiarán de monturas. El visir lo ha preparado bien, nadie se pregunta nada, todo está dispuesto. Hablan poco, el sultán mira al frente y sigue al soldado que los guía hasta la laguna. Cuando llegan al sitio los arrieros ya están preparados y los cántaros dispuestos junto a los juncos al lado de una acequia. Tienen que esperar, mientras tanto el sultán junto al soldado guía y dos de sus leales avanzan entre las zarzas y las aneas por una tierra embarrada. La noche ya hace rato que se cerró, la luna se levanta a lo lejos en los picos de Sulayr, falta poco para la medianoche. El soldado avisa al sultán que tenga cuidado, están a unos metros del pozo … los juncos pierden espesor y por unos instantes los rayos de luz de la luna se reflejan en el pequeño lago que se abre a sus ojos.

El guía indica que es el momento y el sultán deja sus ropas sobre unos arbustos y lentamente se desliza hasta el agua limpia del “ojo brillante de la luna”. “Señor…tened cuidado…hay corrientes y el agua está muy fría… no soltéis la cuerda”. No ocurrió nada y el baño terminó a los pocos minutos. El brillo del agua todo lo refleja, el sultán mira hacia atrás, se envuelve en la capa y lentamente abandonan el lugar. Una vez se han marchado los arrieros toman su lugar y llenan los cántaros del agua más limpia del pozo. Poco a poco se van cargando los animales y lentamente inician el camino de regreso a Granada. El hamman del palacio real espera los cántaros con impaciencia. Esa mañana será un baño muy especial.

Cuentan las crónicas que a los pocos meses los problemas reales se resolvieron y que el soldado paduleño dejó de ser soldado para ser miembro de la guardia personal del sultán.
El visir no paraba de sonr

una noche en la laguna (2)


El rey de Granada “el sabio y bondadoso” comenzaba a vivir sumido en la tristeza. El hijo que tanto esperaba no llegaba y la reina no paraba de llorar. Eran una pareja todavía jóvenes con lo cual no deberían tener motivos para preocuparse pero las conjuras familiares palaciegas y los dimes y diretes de toda la corte de nobles y allegados que poblaban el real palacio de La Alhambra hacían de sus vidas una continua preocupación por el heredero que no llegaba en detrimento de los verdaderos problemas que tenía el reino.

El visir no daba abasto procurando apaciguar y solventar todos los pequeños problemas, dando la cara por su querido rey a la vez que procuraba buscar solución al problema real.

Poco a poco las habladurías, los rumores, cotilleos se iban adueñando de palacio, si bien, dado el conocido carácter del rey, éstos no llegaban a sus oídos. No obstante entre los soldados de la guardia real de palacio, el visir, tenía numerosos confidentes y hasta responsables de estar al tanto de todo lo que ocurriera  o se rumoreara en la ciudad palatina ya fuera en el entorno real más cercano, en la medina o entre la milicia asentada junto al palacio.

Había en la alcazaba, en el campamento militar, un soldado al cual, como no, le llegaron algunas de las murmuraciones que en ése momento alimentaban las mentes y sobre todo las lenguas de muchos de los que habitaban la Alhambra. Este hombre procedía de la alquería del Padul situada a unas pocas leguas de Granada, a la entrada del Valle de Lecrín en el camino de Almuñecar o Las Alpujarras. Al escuchar tanto desvarío no pudo menos que realizar unos comentarios los cuales no tardaron en llegar a oídos del visir el cual los tomó en cuenta más por curiosidad que por otra razón ya que soluciones parecidas a los problemas del sultán  se habían buscado algunas y entre las propuestas las había de lo más variopintas.

Llevado a presencia del visir, hecho un manojo de nervios, nuestro soldado paduleño no pudo menos que amedrentarse un poco al cruzar las puertas del Mexuar. El visir era hombre poco dado a perder el tiempo y tras preguntarle por la conversación mantenida en el cuerpo de guardia de la alcazaba fue directo al grano acerca de lo que había propuesto.

El soldado que por momentos hubiese preferido que se lo tragara la tierra, lentamente, con algún que otro balbuceo y la cabeza baja comenzó a hablar…

“Mire usted, señor, cerca del Padul, hay una laguna que no es muy profunda y la mayor parte del tiempo suele estar embarrada de un barro negro que todo lo ensucia por lo que es muy difícil pescar o cultivar la tierra ya que las aguas lo pudrirían todo si bien en las laderas y dado que abundan las fuentes si es posible el cultivo de frutales que luego traen a Granada.”

Un poco mosqueadillo, el visir, de que el soldado, nunca mejor dicho, se fuera por las ramas, le espetó a que fuera al grano y se dejara de divagaciones. El buen soldado continuó… “Señor a eso iba…una de las fuentes de las que rodean la laguna, la más grande y de agua más clara y limpia y que cuando es la época sin lluvias tiene como treinta o cuarenta codos, dicen los viejos de la alquería que cuando la noche es la más corta el agua se torna brillante, del color del oro, pero que nadie conoce hasta donde llegan sus raíces, pues bien señor, la fuente en esa noche y sólo en esa noche se torna con poderes de los magos si bien es tal el peligro que corren los que se acercan a sus aguas pues el barro, las zarzamoras y todo lo que la rodea y el suelo de la fuente que nadie conoce, que son muy pocos los que se aventuran a bañarse en ellas además de ser muy frías ya que vienen del hielo de Sulayr.”

El visir le hizo un gesto de que parara, mandó salir a todos de la sala y una vez quedaron a solas quedó pensativo… falta un mes para el día que cuenta, pensó. Hizo un  gesto con la mano,  le pidió que continuara y el soldado así lo hizo.

 

Una noche en la laguna.


El rey de Granada “el sabio y bondadoso” comenzaba a vivir sumido en la tristeza. El hijo que tanto esperaba no llegaba y la reina no paraba de llorar. Eran una pareja todavía jóvenes con lo cual no deberían tener motivos para preocuparse pero las conjuras familiares palaciegas y los dimes y diretes de toda la corte de nobles y allegados que poblaban el real palacio de La Alhambra hacían de sus vidas una continua preocupación por el heredero que no llegaba en detrimento de los verdaderos problemas que tenía el reino.

El visir no daba abasto procurando apaciguar y solventar todos los pequeños problemas, dando la cara por su querido rey a la vez que procuraba buscar solución al problema real.

Poco a poco las habladurías, los rumores, cotilleos se iban adueñando de palacio, si bien, dado el conocido carácter del rey, éstos no llegaban a sus oídos. No obstante entre los soldados de la guardia real de palacio, el visir, tenía numerosos confidentes y hasta responsables de estar al tanto de todo lo que ocurriera  o se rumoreara en la ciudad palatina ya fuera en el entorno real más cercano, en la medina o entre la milicia asentada junto al palacio.

Había en la alcazaba, en el campamento militar, un soldado al cual, como no, le llegaron algunas de las murmuraciones que en ése momento alimentaban las mentes y sobre todo las lenguas de muchos de los que habitaban la Alhambra. Este hombre procedía de la alquería del Padul situada a unas pocas leguas de Granada, a la entrada del Valle de Lecrín en el camino de Almuñecar o Las Alpujarras. Al escuchar tanto desvarío no pudo menos que realizar unos comentarios los cuales no tardaron en llegar a oídos del visir el cual los tomó en cuenta más por curiosidad que por otra razón ya que soluciones parecidas a los problemas del sultán  se habían buscado algunas y entre las propuestas las había de lo más variopintas.

Llevado a presencia del visir, hecho un manojo de nervios, nuestro soldado paduleño no pudo menos que amedrentarse un poco al cruzar las puertas del Mexuar. El visir era hombre poco dado a perder el tiempo y tras preguntarle por la conversación mantenida en el cuerpo de guardia de la alcazaba fue directo al grano acerca de lo que había propuesto.

El soldado que por momentos hubiese preferido que se lo tragara la tierra, lentamente, con algún que otro balbuceo y la cabeza baja comenzó a hablar…

“Mire usted, señor, cerca del Padul, hay una laguna que no es muy profunda y la mayor parte del tiempo suele estar embarrada de un barro negro que todo lo ensucia por lo que es muy difícil pescar o cultivar la tierra ya que las aguas lo pudrirían todo si bien en las laderas y dado que abundan las fuentes si es posible el cultivo de frutales que luego traen a Granada.”

Un poco mosqueadillo, el visir, de que el soldado, nunca mejor dicho, se fuera por las ramas, le espetó a que fuera al grano y se dejara de divagaciones. El buen soldado continuó… “Señor a eso iba…una de las fuentes de las que rodean la laguna, la más grande y de agua más clara y limpia y que cuando es la época sin lluvias tiene como treinta o cuarenta codos, dicen los viejos de la alquería que cuando la noche es la más corta el agua se torna brillante, del color del oro, pero que nadie conoce hasta donde llegan sus raíces, pues bien señor, la fuente en esa noche y sólo en esa noche se torna con poderes de los magos si bien es tal el peligro que corren los que se acercan a sus aguas pues el barro, las zarzamoras y todo lo que la rodea y el suelo de la fuente que nadie conoce, que son muy pocos los que se aventuran a bañarse en ellas además de ser muy frías ya que vienen del hielo de Sulayr.”

El visir le hizo un gesto de que parara, mandó salir a todos de la sala y una vez quedaron a solas quedó pensativo… falta un mes para el día que cuenta, pensó. Hizo un  gesto con la mano,  le pidió que continuara y el soldado así lo hizo.

 

Algarve


Traspasamos el Puente Internacional del Guadiana y nada más hacerlo nos damos cuenta que las personas, los pueblos, las costumbres, las comidas no son tan distintas de las andaluzas, eso sí hablar hablar, hablan un poco “raro”. Raro para nosotros, pero claro, para ellos los raros deberíamos ser nosotros.

Es El Algarve la Andalucía de Portugal, bañada por el bravo Atlántico, sus orillas han sido batidas por el viento y el océano a lo largo de los siglos formando por un lado acantilados y formas rocosas espectaculares así como larguísimas playas de arena fina y remanso suave. Las formas de color ocre amarillento lo dominan todo creando unos entornos en el paisaje con una tonalidad rojiza que al  caer de la tarde a mí me hicieron recordar más de un día los atardeceres del alto Albaicín.

Hemos parado en Portimao, ciudad portuaria, pescadora turística e internacional situada en el centro-oeste del Algarve. Desde ella nos hemos movido un poco en todas direcciones. Una de las  fotos que ilustran el artículo es  de “Praia da Rocha”, el centro turístico de Portimao. Un día a Lagos y Sagres, hacia el Oeste, buscando el cabo San Vicente, la punta de piedra más al sur-oeste de Europa , abierta agreste y formidable al Océano Atlántico.

Lagos es una pequeña ciudad pero magnífica, de paseo muy agradable por su centro histórico muy parecido a nuestros pueblos junto al mar, tiene sin embargo muy cerca, en sus playas una de las formaciones rocosas más bonitas del Algarve. Visitable por tierra y en excursiones en barco es un paraíso natural para no perderse. Se trata del “Ponte da Piedade”, lo veis en la foto.

Del interior del Algarve visitamos Silves, Monchique y Caldas de Monchique. La primera es una bonita ciudad histórica, conserva en lo más alto  un excelente castillo de origen musulmán aunque ampliamente restaurado y las segundas son ciudades famosas por sus baños termales. Están enclavadas entre bosques que a lo largo de éste verano pasado sufrieron la visita de un enemigo implacable como es el fuego. El paraje en algunos momentos es desolador, el verde sobresale en un recodo, en una vaguada…allá al fondo, cualquier sitio es bueno cuando intentas volver a la vida. Una maravilla de lugar que lucha por recuperarse. El valor de las personas miles de veces es encomiable por su trabajo y su dedicación.

En el Este de Portugal hemos visitado las muy turísticas Vilamoura y Albufeira. Con todos los servicios que demanda el turismo ya sea muy exigente o menos exigente, hay para todos los gustos, playas inmensas con todos las comodidades y puertos deportivos lujosos  y derrochadores. Faro, la llamada capital del Algarve más al este también la visitamos y pasear por el puerto, el casco histórico alrededor de “La Sé”  en el interior de un recinto en muchos sitios amurallado,  de callejuelas estrechas y sinuosas se hace imprescindible. Así mismo fuera del recinto, la calle de San Antonio es comercial para todos los gustos y dar una vuelta por allí y sus alrededores muy aconsejable.

Hay muchas pueblos, playas, lugares pintorescos, excursiones por hacer y visitar. Esto sólo es una pincelada de un región encantadora, vecina nuestra, que nos recibe con los brazos abiertos. Por cierto, hablar con la gente es siempre bueno y en éste caso  ser de Granada… “un puntazo”… admiran nuestra ciudad y la Sierra… si les digo que soy del Valle de Lecrín… entonces alucinan.

De la gastronomía qué decir… bacalao por aquí y por allá, de todas las formas posibles, de todos los tamaños, desmigado y con lomos de varios centímetros. En todos los sitios hay lugares pintorescos para comerse un buen plato o unas sardinas o una cataplana… y los precios bastante, bastante buenos.
Algarve cercano y bonito, cercano en razón  y sentimientos, cercano de las personas, al “ladito” de Andalucía, cercano de corazón, eso sí…”hablan raro

lunes, 10 de octubre de 2016

¡¡¡¡¡ Ofuuuu...que calor !!!!!


Las nieves del Caballo han desaparecido dejando al descubierto sus laderas gris y verde. Han bastado sólo unos días de  temperaturas altas  y ya quedan unas manchas blancas cada vez más pequeñas e insignificantes. Allá para el Veleta se hacen más extensas, separada y dispersas mientras los borreguiles corretean de agua ladera abajo. No ha sido un invierno bueno de nieve. El invierno templado y primaveral no se ha prodigado en su regalo blanco. El agua escasa llegó al inicio de la estación verde y la sierra se cubrió. No es suficiente, haría falta bastante más para saciar los veneros, los arroyos y las fuentes en muchos casos marchitas y balbuceantes, otras perdidas para siempre, puede ser, puede que se pierdan. El regalo blanco de última hora ha propiciado un alivio enorme a pastos y arboledas que hoy explotan en verde y frutos. Ha sido un invierno templado, sin heladas potentes y los frutos maduran con rapidez.

Es hora de recoger los sembrados, de poner las máquinas a punto, de iniciar la campaña de verano. No es como antes, todo es distinto, el bullicio de las siegas, las barcinas, las trillas y los trojes se perdió ya hace unos años y ahora las cosechadoras, alpacadoras, tractores y camiones los han sustituido. Sigue siendo duro, un trabajo duro pero más llevadero. Hoy no se comen pucheros ni migas al amanecer, no se ponen a punto las hoces, ni el tocino frito impregna de olor los cortijos, hoy se engrasan las piezas de innumerables recovecos en la segadora, los enormes tanques se llenan de gasoil y un café caliente de un termo al uso da los buenos días. Todo ha cambiado, bueno todo no, las charlas son las mismas, los gestos también, gestos de hombres duros acostumbrados a los nuevos tiempos que conversan de fanegas, cebada, trigo y sudor. Adaptados a lo ya no tan novedoso, a las formas de hoy, recordando a veces los tiempos de antaño, las tertulias son como siempre.

Mientras tanto en la vega todo está igual de animado. Marjales y marjales se siembran de pimientos y goteos, nuevas técnicas de producción, para nuevos mercados de consumo. Las antiguas y pequeñas huertas para consumo familiar ceden su espacio a los nuevos métodos de cultivo que suponen unos jornales extra. Hay que perfilar acequias, motores de riego, sembrar las plantas con mimo, horas y horas de cuidados que perfilan de verde los prados, preocupaciones por los precios de la subasta, de recompensas variopintas y a veces pobres para tanto y tanto tiempo de trabajo.

Fue el año pasado un verano largo y tedioso, de calor a veces bochornoso e insoportable que hizo las noches difíciles para conciliar el sueño, de mucho aire acondicionado y agua fresca de frigorífico, sí, fue un verano largo, alargado hasta bien entrado el otoño. Nos dicen los del tiempo que para éste puede ser igual, que el temido cambio climático es inexorable y sin paliativos, puede que sea así, que nos tengamos que acostumbrar, cambios de temperaturas oscilantes e inestables que nos hacen olvidar las primaveras y los otoños. Todo apunta a un verano largo, largo de calor, de altas temperaturas y muchos bochornos, de sudor y manga corta hasta el otoño. Recordar el verano pasado ya de por sí da calor, buscaremos como siempre la sombra de un nogal, de una higuera junto a la acequia, de la brisa que nos refresque al caer de la tarde estival.

Volveremos a los paseos tempraneros con la fresquita, a las puestas de sol con las últimas luces, a las tertulias de sillas en la calle con los vecinos, a las terrazas de la estación, a los sudores del mediodía, a las noches en vela de ventana abierta, a sobrellevar el estío poco a poco con paciencia y resignación.

Ya no queda nieve en Caballo, nuestro Valle luce un verde intenso y brillante contraste al gris de la sierra, los almendros se llenan de fruto, los olivos de trama, albaricoques y nísperos alumbran de amarillos sus ramas, lucecitas en la noche maduras y dulce sabor, viene el verano.

Que no sea tan largo, que llegue el marrón del otoño, que venga en su tiempo. Si esto no fuera así, si se tarda en aparecer sólo nos quedará decir un día y otro día:

          ¡¡¡¡Ofúuuu… que calor!!!

 

jueves, 6 de octubre de 2016

Manuel García Moya..."CHACON".


Manuel ya cuenta hasta cincuenta y ocho años. Nació un día de los inocentes, cuando el frío del invierno arreciaba de lo lindo aunque me cuenta que de aquel momento no se acuerda mucho y que él no se enteró. Puede que la nieve acompañara, puede que no, por mucho que intenta acordarse… imposible, no hay manera.

Si se acuerda de su barrio, de la Ermita, de la haza de San Sebastián, del pilar, del convento, de que con siete años ya era trillero avezado y trabajaba todo el verano con las “Silverias”, pagaban poco pero pagaban y a él su madre siempre le guardaba algo para la Feria.

A su padre le ensamblaron una segadora-trilladora en los talleres de Juan de Dios lo que para la época era una innovación tremenda ya que fue de las primeras en entrar en las eras y él ayuda en lo que puede. Hasta ése momento sólo se veían yuntas, carros, trillos y todo tipo de aperos. Hay que buscarse la vida y para ello toda la familia se desplaza los inviernos a los cortijos del Temple en busca de unos jornales aprovechando la temporada de aceituna. Todavía muy chico me cuenta que aprendió pronto lo que es un destajo, que dejaba la escuela aunque luego su madre lo pusiera en clases particulares cuando volvían para coger el ritmo de los demás.

Dos temporadas en la uva en la zona de Burdeos que en aquel tiempo necesitaba mucha mano de obra para sacar los buenos caldos que por allí se miman y cuidan siendo muchos los paduleños que como él ahora y otros antes ya se curten en  el tortuoso camino que casi siempre es la emigración. El franco es el franco y son como decía la película “catorce pesetas”.

En terrazos Miranda estuvo cuatro o cinco años hasta que marchó a la “mili”. Al volver se enganchó en las brigadas del ICONA en la repoblación forestal. Como eso de subir y bajar cerros ya se le daba bastante bien era el encargado de suministrar los plantones a los sembradores. Así lo hizo en las sierras de Dúrcal y Nigüelas. Unas cuantas campaña allá por Toulouse en la manzana y al tiempo se casa con Gracia y hoy tienen dos hijos , Diego y Trini ambos profesores. Me cuenta que ellos si han aprovechado los estudios, no como él y que en lo guapos pues… como la madre para que nos vamos a engañar.

Ventitantos años dedicado al mantenimiento de la urbanización del Puntal, hoy es autónomo y se dedica a casi todo junto con su amigo y socio “Leo”, todos los días para arriba y para abajo en los trabajos de jardinería, albañilería, fontanería etc, etc. La crisis de hace unos años a todos obligó a reciclarse.

Militante de Izquierda Unida, también ha sido concejal de fiestas una legislatura. Cuatro años complicados pero llenos de experiencias que él califica de muy positivas tanto en lo político como en lo personal. Compaginó como pudo su trabajo en el Puntal y sus ratos ejerciendo de concejal teniéndolo ocupado  mucho tiempo.

Ya hace unos años de su otra gran afición, la de andarín, primero junto a unos amigos y después en el club “La Silleta” con el que casi todos los Domingos realiza alguna actividad. Me cuenta que ha andado por los Picos de Europa, los Pirineos, la Sierra de Cazorla, Grazalema, Aracena, la sierra de Baza y sobre todo los montes del Padul, Dúrcal y Nigüelas y el macizo de Sierra Nevada.

Una de las excursiones que más le gusta es ir al refugio de Elorrieta allá en lo más alto de la sierra, recorrer los “tresmiles”, llegar a la Alpujarra, admirar el paisaje, rendir un poco tributo a la naturaleza, cansarse, sudar un poco y al terminar una buena cerveza bien fría pondrá el contrapunto al esfuerzo del día.

 
 
 
Poco a poco me habla de la sierra, del Manar, de las Albuñuelas y de Cónchar, de la Almijara, de las lagunas de las cimas de Sierra Nevada de sus amigos y amigas del club, de su mujer y sus hijos, de su madre, aquella mujer pequeñita pero buena donde las haya, de toda la familia. Buen amigo  desde hace ya más que muchos años le pregunto para finalizar que porqué el apodo de “Chacón” y me cuenta que a su bisabuelo le gustaba por lo que se ve el cante flamenco y que en aquel tiempo el mejor cantaor era un sevillano de nombre Chacón… ahí es nada.

Siempre trabajando, siempre adaptándose a las circunstancias, siempre en el tajo. Amigo “Chacón” como siempre lo has sido, a lo largo de toda tu vida,  que sigas siendo… “un hombre bueno”.  Gracias por la conversación, por la charla y por los buenos ratos que hemos pasado y pasaremos juntos.

 


                                                       INFORME SEPTIEMBRE

VIno, jamón y literatura...


 
 
 
 
Se había preparado un día entretenido y amigable, un día para disfrutar de los sentidos y de la buena compañía en un ambiente relajado y cordial, como debe ser. En éste invierno, raro donde los haya, también acudió el viento a su cita más la carpa cumplió su labor más que bien para que todo saliera a pedir de boca y los contratiempos fueran los menos posibles.

Comenzó Manuel Delgado con voz potente, para meternos en harina, y su preludio literario a todo lo que vino después, entretenido, alegre, vivaracho y avispado con graciosas anécdotas de Gonzalo de Berceo, el Marqués de Santillana, el Lazarillo, y como no los grandes Quijote y Sancho Panza. Gracias Manuel… una introducción… ¡perfecta!.

 
Le siguió el turno el amigo Julio al corte de jamón, un arte total, el cuchillo se mueve como por arte de magia ya por aquí, ya por allí… ya por todas partes… siempre perfecto, siempre plano, siempre con un cuidado exquisito y el loncheado parece por momentos bailar en sus manos. Los platos vuelan y todos miramos con la sana envidia de quién así desea hacerlo y por más que lo intenta no sale, qué se le va a hacer.

María José y Diego han preparado unos tapas de queso de cabra con mermelada muy sugerentes en el colorido y con ellas le damos paso a Miguel que con sus “cosechas”, “crianzas” y “reservas” de un vino tinto de Marchena que poco a poco comienza a hacer las delicias de todo el personal. Si bueno está el “cosecha”, que decir de los demás. Puro caramelo en la boca que saboreamos con avidez entre lonchas de jamón y queso… ¡qué delicatessen!    ¡¡ Enhorabuena Miguel… excelentes!!

Cuando ya todo parece terminar nuevamente Maria José y Diego nos sorprenden con un arroz que hace el contrapunto perfecto y ponen en marcha las tertulias en las mesas que se prodigan por doquier organizándose conversaciones de todo tipo y color. Un buen café, unos pestiños deliciosos, ¡gracias Antoñita!, algún que otro gin-tonic y más charla completan la tarde hasta ponernos entre dos luces.

 
Las gracias no sólo a Maria Jose, Diego, Manuel, Julio y Miguel… Gracias a todos los que habéis venido, por pasarlo bien con un poco de todo, un poco de literatura, de vino, de jamón, de queso…de alegría, de amistad, de ganas de pasar un rato bien, de disfrutar de buena compañía, de la sabiduría de los buenos momentos, de mirar a los ojos, de contar un  chiste, de brindar por aquí y por allá, de ahora me siento o ahora me levanto, de saborear con lentitud, muy despacio… los buenos momentos. GRACIAS A TODOS.

 

 

  
 
 
 
 
 

Los romanos del Padul.

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Tiene el Viernes Santo en Padul algo especial,  algo que  ya desde muy temprano te hormiguea en el estómago y te hace ver el día de forma totalmente distinta porque los Viernes Santo en Padul son diferentes ya sea con nubes o con sol, con más o menos frío o más o menos calor, el día es diferente sí, el día es diferente.

 

 
 
 
La procesión del Viernes Santo en Padul tiene ya muchos años, va camino del centenario en la forma que hoy tiene aunque todo indudablemente con el tiempo, también ha cambiado. Son miles de personas las que se agolpan al caer la tarde para verla a su paso por “la estación” y entre sus grandes atractivos puede que sea la  combinación de hombres de trono, costaleros y costaleras, bandas de música, penitentes y mantillas y como no “los pasos vivientes”. A lo largo de los años la evolución ha sido clara en todos los sentidos. Hoy los tronos no van con ruedas y todos se han renovado, el sonido de las bandas de música inunda todas las calles del pueblo, las flores y las velas adornan los pasos en una profusión de luz y color única y singular. Los Viernes Santo en Padul sí, son diferentes,

Hay cosas que no cambian, o cambian poco: “ya vienen…mirad ya vienen…apartarse ya vienen los romanos”. Los chiquillos siguen hoy como ayer esperando a que lleguen “los soldados romanos” y yo diría que chiquillos y grandes pues hay cosas que con el tiempo pueden cambiar, otras indudablemente no. La admiración que despiertan a su paso es clara y evidente, el sonido de los tambores, el golpe de las picas, el brillo de los uniformes, la marcialidad de su paso cuando hacen “la espiga”, cuando hacen la “reverencia” a la cruz… “que ya vienen los soldados romanos”. Hablo con Juan Peregrina, romano de muchos años, romano de corazón y me cuenta los muchos que a lo largo de los años  han sido “romanos”. Me habla de los cabos que a lo largo del tiempo los han guiado en el desfile hasta hoy: “Cano”, “el hijo de Jesús de la fuente”, “Paco el hijo de Juan de Dios”, “Salvador de Molina”, “Paco risicas”, “Manuel lechón” que lo fue a lo largo de muchos años, “Gabriel Rejón”, “Rafa Cuesta”, “José Cuesta”, “Diego Loría”…. Y soldados…, han sido tantos y tantos los soldados que no pararíamos de hablar.

Antes acompañaban “La Hermandad del Señor” y al día siguiente les daban un dinerillo y  una arroba de vino para que hicieran una fiesta… y bien que la hacían. Hoy forman parte de la cofradía “de los pasos vivientes” y acompañan “a las tres Marías y a los Nicodemus” en el traslado del “Cristo yacente” siendo así que ya desde media tarde tras un recorrido tabernario por algunas calles del pueblo, hoy con más tónica que vino, emulando a los antiguos romanos, los de hace dos mil años, recogen el cabo y el portador del estandarte a “las tres Marías” a que Encarnita Muñoz y marchan a casa de Rosa de paulino para escoltar a los Nicodemus. Os aconsejo verlos en la calle del cura, el paso entre las doce picas de los soldados bonito y espectacular.

Antes sólo iba un tambor, hoy dieciséis y el sonido sigue siendo peculiar y único, el sonido  “de los Romanos”. En ellos las cosas son distintas y el ingenio hay que ponerlo en marcha si se quiere tener a punto toda la indumentaria y se van  buscar los cascos en Motril, la coraza en Baena, las ropas en los talleres de costura de Padul, los penachos hacerlos ellos mismos… todo es muy caro.

Ya no entran en la Iglesia  y formar la Cruz  al finalizar el recorrido, ésa costumbre se perdió allá por los años ochenta puede que alguna loseta rota tuviera parte de culpa y es que muchos sambenitos les han colgado a “los romanos” a lo largo del tiempo, muchos y variados, que si retrasan la procesión, que son indisciplinados, que si a fulanico le han dado con la pica… y alguno me imagino que será verdad más yo diría que en estos casos nada es verdad ni es mentira… que continúe la leyenda.

Han desfilado por los pueblos de nuestro Valle de Lecrín,  por el Norte de Granada en Guadix, Baza y Caniles,  en la capital, en Archidona en muchos otros lugares de Andalucía.

Son los “soldados romanos de Padul”… que procesionan los Viernes Santo en su pueblo y que aún hoy, época de televisión, internet y videojuegos siguen levantando ésa ola de admiración y simpatía a su paso… “Ya vienen… ya vienen los romanos”,

Todos vamos dando un pasito para atrás, con un poco de recelo. Las picas pasan a nuestro lado cerca, muy cerca y poco a poco desfilando a golpe de los tambores se marchan hasta otro año…”los soldados romanos”.

 

 

 

 
 
 
 

sábado, 6 de febrero de 2016

Cortijos...es Navidad .


Hoy son sólo paredes derruidas, maderas desvencijadas, chimeneas enmohecidas y montones de escombros que se acumulan en los interiores. Es lo que queda, mudos testigos postrados de la historia. Paseos entre las ruinas con sumo cuidado pues nada es seguro, el viento, el agua, la dejadez y el tiempo han doblado los tapiales, derrumbado los tabiques, hundido los tejados, ahogado las chimeneas, enterrado los recuerdos de muchas familias que en otros tiempos no tan lejanos se hacinaban en sus estancias llenándolas de energía y dinamismo, de trabajo y de sudor, de vivencias sencillas y sufridas, de tragedias de abuso e incomprensión, de pelea diaria por sobrevivir en una subsistencia dura… muy dura.

Son los “cortijos” y “parieras” de antes, hoy trasnochados y olvidados que se resisten a morir del todo, que se resisten cual olivo centenario a ser solamente un recuerdo de jardín, que aún hoy cuando andamos por sus cuadras y sus cámaras, nos paramos en sus cocinas, nos fijamos en ésas maderas rotas que con el ruido del viento y las hojas de los álamos cercanos quieren todavía contarnos sus relatos, sus leyendas y sus memorias que otrora rebosaron las cortijadas y los sembrados, los barbechos y los olivares. No quieren morir del todo.
 
 
 

Todos tienen nombre, son nombres antiguos  que identifican un lugar, que los hacen tener un sitio en los mapas, que no están en los folletos de turismo ni en las agendas de los tour-operadores, que están con nombre y apellido en la memoria y el recuerdo de las muchas personas que por ellos pasaron dejando por todos ésos lugares un poco de su vida. Escribano, Santa Pudia, Las niñas, Canuto, Almaízar, Barcaile, Marchal,  Frontilín son sólo unos cuantos de los muchos que hay por los alrededores del Padul. Son muchas historias, cada uno con la suya, es la historia.

Poco a poco, con la ayuda de Nicolás y Pedro, vamos separando las estancias, aquí el corral, aquí la cuadra, la cocina, las escaleras, las cámaras, en las chimeneas una sonrisa… era la calefacción, la cocina y… la televisión, la mejor televisión del mundo, alrededor del fuego y alguien contando una historia. Muchas familias, muchas vivencias, todo pequeño, casi más amplitud para las yuntas en las cuadras, el calor se aprovecha por todos lados, el agua se almacena en aljibes de diseño y construcción de otros tiempos aún más lejanos, de otras culturas que también dejaron su impronta en éstas tierras. Dice la placa “Seiso año de 1877 por D Jose Martin operario Isidro Ferrer”. Es la placa del Escribano. La leña en los rellanos, el estiércol y la ceniza en el “mulear”, el grano en los trojes y el resto… no hay “frigo”, todo se cuelga, todo se guarda. Migas por la mañana, puede que patatas al medio día y puchero por la noche hacen el menú de cada día. Todo con mucho trabajo, con mucho frío que agarrota los cuerpos y encallece las manos, que deja las orejas con sabañones y los pensamientos congelados.

Los aromas son peculiares, nada huele bien ni huele mal, todo se mezcla. Las lumbres y las cuadras, los animales y las personas, no hay plato de ducha, el agua caliente compite por un puesto en la chimenea con el puchero que borbotea en la perola, más sopa que puchero. Es Navidad y muchos han marchado al pueblo, otros no, aunque sea Nochebuena hay que trabajar, dar el peón. Al caer de la tarde hoy será especial, muy especial, alguien ha matado un gallo y comerán un “guisaíllo” aderezado y caliente, cantarán algún villancico, un vaso de mosto, del mosto de fulano que es el mejor del mundo, se quedarán mirando las figuras de barro, unas más rotas que otras que en un rincón, a la luz del candil, forman un portal de Belén. Están todos, los pastores, los campesinos, el Niño, José y María, la mula, el buey, el monte, el cortijo, la pariera, el frío, la nieve, el trabajo…Están todos.

Allá al fondo…muy al fondo también los Reyes Magos.

 


 
 
 
 
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miércoles, 16 de diciembre de 2015

Mari Paniza....maestra de bordadoras.

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La casa de la estación era grande, bastante grande, la familia de Mari también. En una planta sus abuelos Rafael y Amparo y en la otra Joaquín y María… los Paniza-Haro pero no sólo ellos, ya que era una casa con las puertas abiertas siendo lugar de reunión de todos los hermanos y titos del Padul y de fuera del Padul  pues María y Joaquín así lo querían y se esforzaban porque siempre así fuera.

Recuerda Mari las excursiones a las minas los días de mauracas,  los veranos en “La Calera”,  el carro cargado con todos los enseres para hacer que “el veraneo” fuera lo más cómoda posible, los remojones y los arroces que su madre  atendía al fuego y como a primera hora, de madrugada, la acompañaba a misa…a misa primera. Recuerda los paseos a la Fuente de la Salud con los “pipotes” bajo el brazo, las muchas niñas que se juntaban en la “calle sin salida” pues era una calle llena de vida, a todas horas, la escuela justo enfrente de su casa y los comentarios de su hermana Amparo: “que mala suerte tenemos, estamos tan cerca que no cogemos la sombrilla, no chapoteamos en los charcos y no nos ponemos el abrigo”.

 

 
 
 
El día de San Juan era para buscar cerezas y por todas las acequias se afanaban con los caracoles, caracoles sin pesticidas ni abonos químicos que entonces abundaban entre la hierba. Pronto se tiene un cubo lleno y las manos expertas de su madre hacen el resto. Va  a la escuela de Dª María y con D. Antonio Collantes prepara el “ingreso” por las tardes; allá que sube diligente al barrio Dílar por la plaza y las cuatro esquinas. Poco a poco y con las enseñanzas y consejos de María fue aprendiendo a coser, nada más que los pies le llegaron al pedal y un buen día a través del Ayuntamiento todo cambió pues vinieron al pueblo a vender máquinas “Singer” y para ello en las escuelas de D. Isidoro se impartieron unos cursos de costura y corte y confección tanto para las que compraron como para los que ya la tenían por lo que Mari allí estuvo. Aprendió, vaya si aprendió, fueron muchos días de prácticas y más prácticas algún que otro pinchazo y al final  su diploma entre las manos y orgullosa de haber hecho bien su trabajo. Al poco tiempo y animada por la tita Fermina, Margarita la de Javier, Dolores de Vallejo, Emilita del primo Rafael y otras muchas que le decían que todo eso que había aprendido lo tenía que enseñar, que ellas también querían coser a máquina y hacer bonitos bordados. Tenía que montar un taller de costura y con tal fin así se hizo en  una habitación de su casa comenzando las clases. La cosa se fue ampliando, buena maestra era y las alumnas también, de todas las edades, niñas, jovencitas y mujeres que querían aprender para luego coser para la calle o la casa y en turnos pasaban por el aula a lo largo de todo el día.

Cuando se casó con “Bautista” no solo no lo dejó sino que en la parte de arriba prepararon una estancia  bastante amplia que pronto  se llenó de máquinas de coser. El día del traslado fue un espectáculo ver tanta máquina calle arriba por la estación. Lo de cobrar ya era otro cantar, me habla de pesetas, algún duro, de mucha gente a la que no le cobró y sobre todo me habla de trabajo, de mucho trabajo y muchas horas dedicadas a sus alumnas incluso cuando ya se habían marchado pues había que preparar para el día siguiente. El bullicio de entrar y salir, de charlar, de coser, de bordar, de alguna que se escapa de la clase a comprar las cuñas de la tarde y la abuela que les regaña con ese cariño que sólo saben hacer las abuelas.

La parte de abajo y casi sin querer se hizo “local para bodas”, ellos preparaban el menaje y las familias llevaban la comida del convite. También su huerto fue “carpa municipal” en la Feria de Septiembre durante algunos años. El tiempo pasa claro está y la familia se amplía con  Teresa, Juan Bautista, Eva María y Joaquín. Como anécdota me cuenta que en el nacimiento de Juan Bautista ella estaba de parto arriba y todo el pueblo de feria abajo, no está mal, animado estuvo el asunto. Me habla no solo de su marido,  de sus hijos y de sus nietos, me habla de muchas personas, de todas las edades, de todos los barrios del Padul, de Marchena, de Dúrcal, su madre es de allí, que llegaban en el tranvía y  que pasaban muy buenos ratos, que nunca hubo una sola discusión entre las bordadoras, que mientras se preparaban los “muestrarios”, el “ajuar” para la boda  o los bordados se iba formando una gran familia, ¡cuántas niñas y menos niñas han pasado por sus manos y su buen hacer!.

Al poco de nacer Joaquín no quedó más remedio que dejar el taller de costura pues una enfermedad la preocupó bastante más hoy gracias a Dios, está superada. Hoy la vida es más tranquila, catequista desde hace muchos años ayuda en lo que puede y con “Bautista” jubilado pero atareado en las labores del campo cuida de su familia, que sigue siendo grande, y cose y borda sentada a ratos en la mesa camilla junto al jardín que en otros días albergó y que hoy todavía conserva el aire de Feria del Padul. Gracias “Mari” por tu tiempo y por  todas tus enseñanzas a tantas y tantas niñas y mujeres del pueblo, tu labor ahí queda… ¡no se perderá!.



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Je suis Paris.


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“La deambulación por las calles es grata. Ese punto deseado de contacto espiritual lo voy a encontrar. Lo presiento. Como vivo cerca de La Magdalena, mis paseos son frecuentemente en el núcleo de esta barriada. La Magdalena y la estación de San Lázaro son como el tuétano de este barrio populoso y distinguido. Las tiendas son elegantes. El buen gusto ordena con finura  en los escaparates las ricas mercaderías. Las mercaderías en sí mismas son, en verdad selectas. Las líneas y el color para el comerciante parisino no tienen secretos. En una mañana gris, invernal, de un invierno templado, el transeúnte camina despacio. ¿Es que no hay color en París? .  ¿Es que los pintores pintan gris?. Desde un altozano, desde un puente del Sena  la vista se espacia… ¿Qué hay en las calles de París por donde voy caminando?”

(Del libro “Españoles en París” de José Martínez Ruiz  “Azorín”)

 

 
 
 
 
 
Trece de Noviembre de dos mil quince. La tarde es templada en un otoño templado y los colores ocre y plata de este otoño tardío rezuman su brillo a la luz de las farolas. No lo esperas, no lo imaginas, no piensas que las balas asesinas, de odio y sinrazón, surquen la tarde tiñéndola de roja ahogando tantas y tantas vidas. No das crédito, la razón no puede apretar un gatillo indiscriminado, aleatorio y asesino. No hay razón que lo explique, no hay idea que lo avale, no puede haber palabra que lo acredite.

La razón, la idea, la palabra que poco tienen que ver con las balas. La libertad, la cultura y la paz tampoco y cuán de rojo se han teñido en un hálito de luto negro, rufián , vil y despreciable.

¡Qué gran valor tiene la vida!, tantas y tantas perdidas, todas antes de tiempo, a todas les faltó vivir, a sus amigos, a sus familias, a todos les falta la vida.

Malditas balas disparadas de odio y cruel destino, asesinos de sueños y vivencias, de los colores ocre y plata, de los grises de la tarde. No es la cultura la que mata, ni musulmana, ni cristiana, no es la cultura la que mata.

A partir de ahora la paz debe ser el objetivo, la política el medio y los fusiles… que no hablen los fusiles, que sólo hable la paz, que sólo hable la cultura.

El recuerdo enorme para todos los que el trece de Noviembre en el atardecer parisino cayeron víctimas del odio, la sinrazón y el fanatismo. Justicia y paz.

 


 
 
 
 
                                                               “TODOS HEMOS SIDO PARIS”









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Los jamones de Diego.

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Es viernes veinticinco de Septiembre, la hora muy temprana y la Feria dormita, hace fresco de camisa de manga larga y alguna rebeca. Los chiringuitos  tienen las lonas echadas y el silencio reina en la estación. Todo está parado, en calma, la calma que viene tras la noche de fiesta en ésta feria concurrida y popular que ha tomado las calles y abarrotado los locales. No hay ruido, sólo los operarios de limpieza que se afanan en su trabajo y los últimos rezagados que mal que bien intentan encontrar el camino a casa buscando un poco de descanso.




 
 
 
 
Pero bueno… ¿a qué hora habíamos quedado?... Miguel Ayala y Tony Parra me preguntan entre sonrisas… Paco Brasero se habrá despistado… ¡seguro!...pero… ¿Diego?...¿dónde está Diego?. Diego Morales no aparece. Parece mentira… ¡ nos cita bien temprano y el capitán del barco “mising”… será posible!... ¡claro si es que se parece al capitán araña!. Llega Brasero…pero si yo estaba en el horno…¿ no era allí?. También llega Paco Medina… pero bueno ¿ y el jefe?.

Ya estamos con los cafés cuando por fin se asoma a la puerta, ¡sí que madrugáis, sí señor, así me gusta!. Ni se te ocurra decir nada, casi dos horas llevamos aquí , pero claro habrás estado de fiesta toda la noche, y por supuesto el muchacho no puede madrugar. Dos horas no os lo creéis ni en la mejor historia…espabilando y venga… vamos al horno.
 
 

 
 
 
 
Los panes huelen que alimentan y la pinta que tienen… espectacular. Todo está preparado y comienza la faena. Hombre…Diego…aunque lo hayas pensado tú… ¡buena idea!. Miguel sonríe y Brasero ya se afana con el pisto. Del horno Eli y Paco no dejan de traer panes…¡que se oreen un poco, que les dé el fresco!. Han sido muchos días de preparación, de pulir la idea, de darle vueltas y vueltas, Diego parece que lo ha conseguido. Comienzan los cortes y los primeros jamones toman su forman definitiva… ¡ ibéricos total !. Fran, el hijo de Pedro, llega con la furgoneta y carga la primera remesa camino de la carpa… ¡pero otra vez!... ¿dónde está Diego? Y Diego que no aparece. Ya nos ha dejado aquí y seguro que está organizando…estará ordenando…estará con las autoridades… pero bueno…¡traerá churros!... sí seguro… churros y “espichás”… Los jamones continúan llenando las estanterías y Fran los apaña para el transporte. Cuando esté terminado seguro que aparece. Las risas y los comentarios no cesan. Brasero termina con el pisto y rematamos las últimas paletas, ¡¡ya era horaaa!!... y Diego llegó.

Las mesas se llenan de “patas” en una foto digna de un buen final de la mañana. Toda la gente se acumula para verlas mientras las voluntarias de la asociación contra el cáncer dan los últimos toques…todo está preparado. Diego está contento, muy contento, poco a poco la idea del jamón ha tomado cuerpo y ahí se ve el resultado. Llega la esposa y el hijo del querido y recordado Luis Oruezábal “Chiquito” al que se le hace un emotivo y merecido homenaje.

Los cocineros lucen elegantes con sus ropas impolutas y los gorros blancos, Diego está contento, sus amigos también. La asociación de agricultores fríe pimientos, Raúl y Emilio son los dueños de las sartenes. Los platos del concurso se adornan al lado. Todo está preparado.
 
 

 
 
 
 
¿ Y Diego?...Ahora sí se le ve, acude a todos los lados, charla con unos y con otros, de aquí para allá…explica los jamones, aconseja en los platos, sonríe. Es un buen día de Feria, de una Feria bonita y trabajada… ¡¡¡¡ ENHORABUENA A TODOS!!!
 
 
 
 
 
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